Momentazo: Marc, el hijo autista de mi amiga Alicia, apoya su cabeza en mí mientras le acaricio el pelo. Comparto una historia que me emocionó y mi aprendizaje.
El fin de semana fui a Barcelona a visitar a mi amiga Alicia que estaba con su hijo Marc de 11 años con autismo. He estudiado el autismo y a nivel conceptual lo conozco, pero nunca había interactuado con alguien con autismo, así que estaba intimidada por no saber qué hacer.
El día que llegué Marc me vio, no me hizo ningún caso y al rato me preguntó que cuándo me iba. Imagino que verbalizó sin filtro algo que cualquier niño habría pensado en ese momento: “con lo bien que estoy solo con mi madre, ¿cuándo se va a marchar esta pesada que me quita atención de mi madre?”.
Me fijé en cómo Alicia interactúa con Marc: es extremadamente amorosa, paciente y respetuosa con sus procesos y sus tiempos. Ha aprendido que la impaciencia y el meterle prisa es muy contraproducente. Primera gran lección para mí y más viniendo de Alicia, una ejecutiva fuera de serie, CFO de una gran compañía en Latam.
Conozco a Alicia desde hace 20 años y admiro mucho su fuerza y determinación como directiva. Lo que no conocía era esta faceta tan amorosa y respetuosa en la que al final consigue lo que se ha propuesto sin necesidad de imponer nada. Vi cómo interactuaba en el trabajo y sentí que el aprendizaje con Marc se lo ha llevado al mundo profesional haciendo de ella una líder firme, humana y muy querida.
El segundo día decidí probar y buscar ese difícil equilibrio entre dejar saber a Marc que me importa pero sin ser invasiva ni agobiante.
Alicia me recomendó que, cuando quisiera captar su atención, empezara siempre la frase con su nombre: “Marc, ¿qué estás leyendo?”.
Sin ese encabezado, Marc jamás contestaba, como si no fuera con él. Decir su nombre lo cambiaba todo porque de repente me miraba con atención esperando la frase. Otra lección que funciona para todas las personas: cuando muestras interés genuino por esa persona es más probable que responda también con interés.
Marc es un niño muy inteligente, con una memoria prodigiosa y una curiosidad muy particular que hace que, cuando empieza a tener confianza, formule preguntas sobre aquello que le interesa en el momento y cuyas respuestas muchas veces desconozco. Me sentí aliviada confesando que no tenía ni idea de en qué año nació tal o cual persona, qué pasaría si un edificio colapsa o cuántas ballenas hay. No parecía preocuparle que no tuviera respuestas porque él seguía buscándolas en otras fuentes. Otra interesante lección: la transparencia y la sinceridad funcionan muy bien. En eso no tuve mucho problema porque me gusta ser así y es algo que disfruté con Marc.
Entonces sucedió lo extraordinario.
Mientras Alicia preparaba la cena de Marc, yo estaba absorta en el sofá mirando mi móvil y Marc haciendo lo propio con el suyo. De repente, de la forma más natural, se sentó a mi lado y se tumbó apoyando su cabeza en mi pierna. Quedé petrificada sin saber qué hacer. Miré a Alicia supongo que con cara de desconcierto y ella me sonrió. Me dijo, «eso solo lo hace con gente con quien se siente cómodo y tiene confianza». Wow. Fue muy emocionante para mí. Me vine arriba y probé a acariciarle el pelo a ver qué pasaba. Y lo extraordinario es precisamente que no pasó nada. Yo le acariciaba el pelo y él seguía ahí, en silencio, mirando su móvil. Se levantó un par de veces y regresó exactamente a la misma posición. Aquí mi lección fue aprender a respetar los procesos de cada persona. Interesándome por lo que hacía le dejé claro a Marc que me importaba y a la vez fui cero invasiva o insistente. Precisamente cuando estaba en lo mío fue él quien se me acercó.
El último día pasé algo más tiempo con Marc y con Alicia y, cuando me marchaba, Marc me dio un abrazo. Me llevo tanto, tanto, tanto aprendizaje de este fin de semana con Marc y con Alicia.
Muchas gracias a los dos por un fin de semana extraordinario.
Es posible que cuando nos volvamos a ver tenga que empezar de nuevo desde cero pero no me importa. Ya sé cuál es el camino hasta Marc.
PS: Detrás de los avances de Marc hay un trabajo titánico y una dedicación absoluta tanto de su madre como del equipo de profesionales que le dan seguimiento a diario. Mi profunda admiración a todos ellos.