Tras un año de pandemia: la transformación de cómo las personas trabajan y su impacto en el sector inmobiliario

Hace un año el covid sacudió nuestros planes y organización para hacernos sentir inmensamente vulnerables y entrar en un juego donde las reglas cambiaban cada rato y había que adaptarse.


Parecía como si un agujero negro se hubiera tragado un año o como si hubieran 365 días del calendario. También ha sido un año de aprendizaje, valentía y cambios, que no son más que el resultado de la aceleración de procesos transformadores que ya estaban en marcha.

Comparto algunas reflexiones sobre la transformación de cómo las personas trabajan y su impacto en el sector inmobiliario. Creo que la pandemia ha puesto de manifiesto conceptos y modelos que estaban obsoletos y que se resistían al cambio. Como en el “El Rey Desnudo”, la pandemia ha desnudado y mostrado realidades señalando abiertamente aquello que todos sabíamos y que nadie quería decir.

01. Desterremos conceptos y palabras obsoletas

Las palabras tienen fuerza por su significado literal y por sus connotaciones. Hay palabras que encuentro obsoletas desde hace tiempo y que invito a reemplazar:

Equipo vs empleado / trabajador

“Empleado” es un concepto jurídico-laboral basado en un contrato pero hay otras formas de ser parte de un proyecto o empresa.

“Equipo” suena más inclusivo y positivo.

Ser parte de un equipo es sentirte importante, que contribuyes con aportaciones valiosas. Ser “empleado” me subordina y sitúa a las órdenes de quien me emplea, que literalmente significa que me “usa”. Hay un antagonismo como si alguien estuviera aprovechándose de mi aportación en vez de sentir que estamos todos juntos en lo mismo.

Un equipo unido tiene una misión empresarial y social que trasciende el propio proyecto, mientras que ser empleado implica que me pagarán una nómina a fin de mes siempre que cumpla con mis tareas.

Usuario vs cliente o inquilino

Ser “cliente” o “inquilino” es parte de una transacción económica. El cliente/inquilino paga y quien vende se obliga a darle un servicio o un objeto.

“Usuario” es un concepto más amplio.

El usuario puede o no ser quien paga directamente pero sí es quien utiliza mi servicio o producto y quien tiene mucho que aportar ayudándome a configurar aquello que le ofrezco.

Por ejemplo, pensando en un usuario de coworking, si estoy diseñando un espacio físico con unos servicios para maximizar el valor de su experiencia, lo natural es que haga co-creación, cuente con esta persona, le pregunte y me adapte a lo que busca y necesita.

Encuentro pretencioso concebir productos o servicios de forma unilateral como si supiera lo que mi usuario necesita sin haberle preguntado. Haciendo que se sienta involucrado tenemos más probabilidad de acertar con lo que quiere y se sentirá “dueño” y también responsable de aquello que creamos juntos.

Espacio de trabajo vs oficina

Para trabajar y ser productivos y creativos podemos estar en una oficina tradicional pero también en otra infinidad de espacios de trabajo.

Ya existían el teletrabajo y los nómadas digitales y, con las transformaciones y las obligaciones impuestas por el covid, hemos aprendido a buscar formatos con sentido para las necesidades específicas de la empresa y la persona y que no tienen por qué ser soluciones de “copia y pega”. También conlleva la responsabilidad de plantearse temas más profundos como el propósito de lo que cada uno hace, cómo hacerlo mejor, si necesita o no estar en un lugar concreto, rodeado de determinadas personas, etc.

02. La forma de trabajar basada en valores

Cambiamos la forma de trabajar y de concebir el trabajo. No solo el lugar donde trabajamos o cómo interactuamos con el resto del equipo sino, a nivel profundo, es importante plantearse el equilibrio entre lo que damos y lo que recibimos.

Un equilibrio casi perfecto sería aquel escenario en el que cada uno forma parte de un proyecto o empresa mientras sienta que tiene algo que aportar con su trabajo e ideas y que está siendo remunerado de manera adecuada en lo material y en lo intangible.

En ese mundo casi utópico pero no imposible, el vínculo con una empresa sería saber que estamos generando valor y, en el momento en que sintiéramos que ese equilibrio entre lo que damos y lo recibimos desapareciera, buscaríamos libremente nuevos retos profesionales enriquecedores.

Si genuinamente hemos aportado nuestro valor y hemos recibido experiencia y conocimiento además de dinero, cada vez que cambiemos de proyecto, aportaremos más valor y recibiremos más a cambio.

Suena utópico y parece difícil lograr este equilibrio porque nos condicionan nuestros sesgos y miedos. ¿Qué pasa si dejo de trabajar en este lugar y ningún otro proyecto me quiere? El miedo a lo nuevo, a lo desconocido, el vértigo de la incertidumbre, etc. hacen que nos aferremos a lo existente sin permitirnos explorar más allá.

Tampoco hablo del saltar al vacío sin más. Se pueden explorar nuevos retos mientras estamos involucrados en un proyecto o una empresa. Se puede repartir el tiempo entre varios proyectos o entre un proyecto y otros intereses no profesionales, como por ejemplo, la familia, voluntariado o practicar algún deporte. Cada uno es libre y responsable de elegir cómo organizar su tiempo.

Cuando nos basamos en valores, no necesitamos controlar a la personas ni fiscalizar lo que hacen porque habremos pactado unos compromisos y unos resultados y cada uno sabe bien lo que tiene que hacer. Si tarda más o menos, si lo hace desde una ubicación u otra es su responsabilidad.

He escuchado a directivos de “vieja escuela” decir que el teletrabajo hace que las personas no trabajen. ¿En serio? ¿Entonces, si no hay alguien controlando no trabajan? Eso dice muy poco de los métodos de selección o de la confianza que tienen en las personas. Todavía más, me atrevería a decir que dice muy poco de su capacidad de motivación.

Creo que hay que diseñar los sistemas de incentivos para estar más alineados con la empresa e ilusionar a las personas dándoles confianza, autonomía y responsabilidad. Hay conceptos que van juntos: ¿Quieres autonomía? Fantástico porque es lo que deseo para ti y tengo confianza en ti. Esa confianza va con tu responsabilidad de cumplir con tus compromisos.

Cuando se da confianza y responsabilidad, las personas responden. Y, si no lo hacen, entonces quizás hayamos elegido para nuestro equipo a alguien que no encaja y es mejor dejar marchar a la persona en vez de invertir nuestro tiempo en controlar y fiscalizar lo que hace.

03. ¿Cómo lo aterrizamos?

Para aterrizar estas ideas hace falta visión y valentía. Cuestionarnos si de verdad necesitamos el puesto fijo, el horario fijo, la rutina, el no pensar, lo automático, etc., retar el status quo desde dentro y liderar utilizando valores. Cada individuo y cada empresa llegará a su propia conclusión y podrá construir desde ahí.

Es responsabilidad de empresas y corporaciones explorar cómo quieren relacionarse con sus equipos y al menos darse la oportunidad de diseñar distintos escenarios desde lo obvio a lo arriesgado para decidir dónde quieren posicionarse. Y es responsabilidad de las personas elegir a qué equipo quieren sumarse siendo conscientes de lo que aportan y lo que reciben.

En la parte de espacio físico es un buen momento para cuestionarse la necesidad de metros y el uso que se hace de los mismos, explorar espacios de trabajo flexible como solución o como complemento a una oficina tradicional y tener flexibilidad y experimentar con rotaciones y distintos tamaños de equipo.

Se pueden usar el exceso de metros para algo con corazón como espacios para exposiciones, demos, showrooms, incubación de proyectos o espacios para que las personas se acerquen a entender la empresa. O devolver esos metros y usar los recursos para algo más sostenible.

Puede dar vértigo soltar lo fijo y lo conocido, como si fuéramos a perder algo esencial. Lo he probado yo misma como nómada. Hace dos años que no tengo un puesto fijo y me siento cómoda trabajando desde distintos espacios de LOOM. Me costó adaptarme y ahora valoro mucho la libertad de estar en múltiples espacios y organizar mi agenda de forma más eficiente sin desplazamientos innecesarios.

Me gustaría invitar a empresas y a corporaciones a diseñar una forma de trabajo que genere más valor para el equipo, para los usuarios y para la empresa; evitando desplazamientos y tiempos muertos.