Os dejo aquí algunas reflexiones sobre el miedo que escribí en 2008, justo antes del Mongol Rally, una experiencia única que quiero recordar con esta foto y estas palabras…
¿Miedo? Sí, claro, sería una inconsciente si no lo sintiera.
Pero más miedo me dan otras muchas cosas, y convivo con ellas a diario. Miedo me da pensar que un día pueda llegar a levantarme, mirar atrás y no ser capaz de saber cómo llegué hasta aquí.
Y aún más pensar que un día pueda cansarme de buscar, de querer aprender, de querer conocer. Que pierda las fuerzas para luchar, que me conforme con lo que venga, que deje de apretar los dientes y seguir, pase lo que pase.
Porque ese día habré perdido lo más importante que tengo, a mí misma. Y, entonces, ¿qué importará lo que tenga, lo que piense, lo que haga?
Miedo me da dejar que la gente que más quiero se vaya sin jamás haberles dicho lo que me importan, por mucho que “lo supieran”.
El pensar que, el día que yo también me marche, al hacer balance, tenga que preguntarme si de verdad conseguí que el mundo fuera un poquito mejor, si logré cambiarle la vida a alguien, si llegué a generar un impacto que perdurará mucho más allá que mi memoria, si, por estar demasiado pendiente de mis pequeñeces, dejé de ayudar a alguien que lo necesitaba.
Convierte a tu propio miedo en tu aliado:
El miedo te hace estar alerta, pone en marcha el sistema defensivo, hace que proceses más rápido. Pero contrólalo, no dejes que ese miedo te paralice e incapacite. El miedo que se transforma en ansiedad y bloqueo puede ser tu peor enemigo.