– No me faltan respuestas; lo que me sobra son las preguntas.
Llevamos dentro las respuestas a lo que verdaderamente nos importa y por eso no hace falta preguntar; basta con mirar hacia adentro. Y, el resto de preguntas que nos hacemos, no son tan relevantes.
Para mí todo cambió el día en que pasé de preguntarme “¿por qué?”, “¿para qué?” a “¿por qué no?”.
Se abrió un mundo nuevo y desconocido ante mí. Todo lo que queda en la zona gris que está entre el “ni hablar” y el “sí, seguro”, pasó de ser un “bah, paso” a un “voy a lanzarme y probar a ver qué pasa”.
Prefiero saber que luché las cosas, tanto las que salieron como las que no, a quedarme parada preguntándome qué habría pasado si…
¿Cuándo me he sentido feliz? Pues hay una sensación que me gusta mucho, que quizás no sea la felicidad serena y equilibrada pero que me hace sentir muy viva y muy conectada con quien soy.
Y es cada vez que digo WTF y me lanzo. Cuando dejo de pensar tanto, de darle vueltas a las cosas y simplemente me dejo llevar. Cuando todo deja de tener una explicación porque no hace falta, porque es un lujo poder hacer lo que a los ojos de los demás son locuras.