[Nota: para tener todas mis fotos juntas, he copiado la sección «fotos» del blog del Mongol Rally del equipo Princesas Nómadas (www.princesasnomadas.com). También copio debajo de las fotos el cuaderno de bitácora, como En el blog, además de las fotos del viaje y del cuaderno de bitácora, hay información de la ruta, del rally y algunas anécdotas de nuestro mes de aventura…]
COCHES RALLY

19 de julio, gritando de coche a coche: «Quién es Ybarra?» «Yoooooo» (con casi medio cuerpo fuera del coche). «Es que soy amiga de tu prima María» «María la de Madrid» «Síiiiii»



A Priscilla le gustó el barro y la arena. En las fronteras ya no sabíamos si decir que el coche era blanco o marrón…


Vaya equipazo Don Quijote y Dulcinea, cuántos momentos inolvidables juntos. Y menudo cochazo Rocinante. Aquí, antes de empotrarse contra un kazajo, cuando todavía parecía que tenía faros y todo…









ENCUENTROS CON OTROS EQUIPOS

Menuda carretera… un pinchazo tras otro! Al tercero nos queríamos morir, cómo es posible? es que alguien pone clavos en la carretera?


Qué buena noche… mereció la pena las mil picaduras de mosquitos y otra fauna sin identificar. Cielo cubierto de estrellas de extremo a extremo del horizonte, estrellas fugaces, por fin una temperatura soportable y la mejor compañía.




Por problemas de fechas con sus visado, GUillermo y Emilio «vivieron» tres días en el lado uzbeco de la frontera con Kazajstán. Allí eran ya como los reyes, consiguieron que pasáramos la frontera en tiempo récord, nos ayudaron a cambiar nuestra primera rueda, nos invitaron a comer rodajas de melón en su casita uzbeca… Los mejores anfitriones

Encontramos a los Santoña no muy contentos con su segundo pinchazo. Poco antes nos habían pegado una pequeña pasada y llenado el coche de polvo por las estupendas pistas de piedra y arena uzbecas. Con maldad, paramos para hacerles fotos y ver si estaban bien.
– Chicos, todo bien? Necesitáis algo?
– No, todo controlado. Eso sí, ya no tenemos más ruedas, esperamos no pinchar más!
– OK, nosotras seguimos. Suerteeeeeeeeeeeeeeee

10 minutos después vemos a los Quiijotes parados. Se les había vuelto a calentar Rocinante (un animal muy ardiente!). Paramos para ver qué tal, todo bien y continuamos… no más de 2km! Nuevo pinchazo! El tercero! Caminata a 55ºC a pedirles a los Quijotes la llave para las ruedas (que era mejor que la nuestra). Volvemos con Priscilla y aparecen los Santoña.
– Chicas, cómo vais, necesitáis ayuda?
– No, estamos bien, no os preocupéis, tenemos la llave de los Quijotes. Vaya día.
– Vale, pues seguimos, que vamos con la última rueda…
O no… terminaron la frase y vemos su coche en el suelo. Los Santoña sin ruedas, las Princesas con tres pinchazos, los Quijotes ayudando y los de la Naranja Mecánica y algún otro espontáneo ven que hay fiestecita y se paran. Copazos, qué remedio, whisky (o lo que fuera aquello) con redbull caliente. «Bebo para olvidar»…

Qué agradecidos estos chicos! Además de mil cosas de dudosa utilidad, llevábamos en el coche un kit reparapinchazos que les vino fenomenal cuando ya se veían haciendo dedo para ir al pueblo más cercano (a muchos km).

Y fuimos recompensadas con una tremendísima cena acampando con los Santoña. Aquí, la Srta Dulcinea, encantada de la vida con su masaje…


Con vestido mugriento pero sin perder la corona y la actitud Princesa, posamos con los Santoña y D. Quijote!

Estos camioneros no daban crédito a la ducha improvisada que montamos en mitad del taller, con una manguera… Por no hablar del posado de Dulcinea, qué grande!
MONOGRÁFICO: LA DUCHA DE DULCINEA, VERSIÓN CALENDARIO DE CAMIONERO Y/O GASOLINERA






Dulcinea!!!! Pero qué estupendísima estás!!! Para todos aquellos camioneros hay un antes y un después en sus vidas. Habrá que hacerse un calenadario con estas fotos!
NUESTRO DÍA A DÍA

Vaya susto cuando se llevaron a Justina al coche de poli! Aquí empezaron las prácticas de «negociación de multa». «Quién yo? A 110km/h?» «Imposible, si este coche no pasa de 90!» «Ay, señor poli, devuélvame el pasaporte y hágame una rebajilla…»

Menos mal que se veía un zapato… Con un pie fuera no se la iban a llevar!
Qué rápido nos acostumbramos a las multas y a negociar pero qué mal lo pasamos en la primera!

Nuestra guantera de Princesas, con todas las pinzas ordenaditas, fue muy comentada y fotografiada. Por no hablar del ventilador y la nevera portátil que tanta envidia daban pero que tan poco nos sirvieron cuando estábamos a 55ºC



Con tanta hierba no se veía nada! Ni brújula ni nada, tardamos un buen rato en salir de ese escenario estilo «los chicos del maiz» versión kazaja!


Y encima cómo gruñen. Se te ponen los pelos de punta!

Amanece después de pasar la noche casi en vela, durmiendo vestidas, con las llaves de contacto puestas, el spray antiagresión en una mano, linterna en la otra y listas para salir corriendo a la primera.
Esos lindos camellitos del fondo, poco a poco se fueron acercando hasta casi subirse en el coche, con olor y gruñidos incluidos. Un gran incentivo para recoger el chiringuito y correr a la frontera (donde estaban los polis borrachos de la noche anterior).

Qué estarán pensando estos niños que observan tan atentos a Jus?













HACIENDO AMIGOS











CUADERNO DE BITÁCORA
Sábado 19 de julio
Madrid – Narbonne
Km recorridos: 914km
Horas de conducción: 10 (horas de coche 12!)
Crónica: La salida
Por fin! Tanto tiempo preparándonos para comenzar la gran aventura y finalmente llegó el día de presentarse en el Berbabeu con nuestra querida Priscilla listas para darlo todo.
Y allí estaban familia y amigos para despedirnos, darnos los últimos consejos, vernos con nuestro uniforme de princesas… Risas y nervios en el Bernabeu, presentaciones, fotos, revisión de coches y últimos detalles de organización, regalos (linternas recargables, rosarios y estampitas…)… Últimos besos, despedida final y ahí estamos, las Princesas Nómadas subiendo la rampa y empezando oficialmente el Mongol Rally.
A partir de aquí ya sólo estamos tres: las Princesas y Priscilla. Todavía con los nervios de la salida y los últimos consejos en la cabeza, ponemos rumbo a Francia.
Por el camino nos vamos cruzando con otros equipos. “Y estos, irán a la fiesta de Praga?”. “Uf, por lo visto sí, qué locos”. Nosotras ni lo vamos a intentar, nos perdonamos la fiesta de Praga y seguiremos por el sur de Francia y norte de Italia.
Poco a poco avanzan los km y vamos perdiendo el rastro de los demás equipos. Cada uno por su ruta, a su ritmo. Quizás volvamos a coincidir, quién sabe, en Samarcanda o en cualquier otro lugar intermedio. Quizás en Mongolia.
Vemos por el camino a Teamtin varias veces y a Órdago a la Chica en una gasolinera en la frontera con Francia. Con los que sí vamos coordinadas es con los chicos de Jamongolia, que van unos kms por delante. También estamos en contacto con Don Quijote y Dulcinea, que van rumbo a Praga, y con Ciudad Fuenlabrada, que seguirán la ruta sur.
Es más de medianoche cuando cruzamos a Francia y… ahora dónde dormimos. Desde un rato antes empezamos a llamar a hoteles en Perpignan, pero con poca suerte. “Tout est plein” “C’est fermé”, alguno directamente nos cuelga el teléfono haciendo alarde de una estupenda educación…
Pasamos Perpignan, nada de nada… Se nos ocurre desviarnos y terminamos en un camping en la playa. Total, qué más da, antes o después tendremos que sacar las tiendas de campaña. Pero ni así, el camping también está lleno. Noooo!!!
Al final los chicos de Jamongolia han encontrado hotel en Narbonne. Menos mal, hoy no tocó estrenar la tienda, pero nos tocará pronto…
Domingo 20 de julio
Narbonne – Brescia
Km recorridos:840
Horas conduciendo: de 13.30 a 3am
Después de un buen rato colocando bultos, atando todo con pulpos, midiendo líquidos… vamos a arrancar y…. ups, parece que Priscilla está en huelga esta mañana. Sí que empezamos bien, nos hemos dejado conectado el intercomunicador y estamos sin batería. Jamongoliaaaaa, dónde estáis? Menos mal, no muy lejos. Un poco de pinzas y salimos!
Domingo, verano, Costa Azul y algo de tormenta, la receta para un buen atasco. Rodeadas de veraneantes, tan cerca de la playa, volvemos a tener esa última tentación. “Y si embarcamos a Priscilla en un ferry y nos quedamos en la playa?” “Claro, con estas pintas y con Priscilla, a Mónaco más bien no, no? Nada, nada, sigamos”.
Pasamos Niza, Mónaco… con lluvia y desde la autovía ya de noche. Es bonito hasta así, aunque no tenemos claro qué saldrá en las fotos.
Varias horas después pasamos por Milán y finalmente Brescia, donde nos espera nuestra invitación para dormir en el NH. Toda una odisea meter a Priscilla con su baca y bidones en el garaje pero, después de casi llevarnos por delante varias luces, conseguimos encajarla en un sitio e irnos a dormir.
Lunes 21 de julio
Brescia – Viena
Km recorridos: 818
Tiempo de conducción: de 14.00 a 1am
Todos los días nos proponemos levantarnos antes y dejar de conducir cuando anochezca, pero de momento, nada. Mañana, mañana.
Por algún motivo nuestro localizador deja de funcionar aquí, así que, aunque nosotras nos movemos, no hacemos más que recibir mensajes de “estáis bien? Por qué estáis paradas?” y “ya sabía yo que no pasaríais de Italia…”, “os habéis quedado de compras?”.
Efectivamente, encontramos 15 minutos para saltar a una tienda enfrente del hotel y comprarnos un par de vestidos para conducir. Por qué traemos tanto pantalón cuando con falda se conduce mucho más cómoda? Muy fuerte los vestidos que compramos en un especie de tienda de “todo a cien” pero de ropa. “Oye, como te plantes con eso en la frontera te van a dar una fregona”.
Por fin en algún momento de la tarde deja de llover. Qué bien, qué descanso, porque Priscilla se solidariza con el clima y también llueve un poco dentro cuando ve tormenta.
Qué carretera tan espectacular la que atraviesa los Alpes entre Italia y Austria. Ojo, no nos malacostumbremos que esto es acabará pronto.
Llegamos a Viena a medianoche y buscamos el NH que está en la zona de Belvedere. A esto tampoco nos deberíamos acostumbrar… pero de momento, nos dejamos cuidar. Plantamos a Priscilla en mitad de la calle entre BMWs y Mercedes sospechando que, por muy llamativa que sea, es muy improbable que justamente vayan a robar a Priscilla entre tanto cochazo!
Martes 22 de julio
Viena – Budapest
Km recorridos: 275km
Tiempo de conducción: de 18.00 a 21.30
Qué bonito es Viena y qué bien ubicado está el NH Belvedere. Mil gracias, NH, por otra noche de hotel!
Definitivamente tenemos un problema de carga y no vamos a poder continuar con todo lo que llevamos en el coche. Una pena, pero muchos de los regalos se tendrán que quedar.
Buscamos un lugar donde dejar varias cosas y al final las llevamos a una casa de acogida de los trinitarios en Viena. Después de llamar y pedir permiso para hacer una donación en especie, aparecemos en la puerta de la iglesia / casa de acogida con Priscilla y su baca rosa. Entre risas explicamos las cosas que queremos dejar. Vaya, necesitamos deshacernos de unos 70-80kg, así que a descargar y a redistribuir la carga.
Qué habrán pensado de nosotras? Dos locas con un 4×4 destartalado con una baca rosa, descargando kilos y kilos de cosas, vestidas con un mono azul. Nos aceptan encantados la donación y nos despedimos.
Claro, antes de salir, para dejar constancia, un par de fotos con el cura o seminarista que nos atendió. “Oye, no te parece que para ser cura nos agarra mucho en las fotos?” “Qué va, además era italiano..:” (sin ánimo de ofender, pero el carácter mediterráneo se nota en un sitio como Viena).
Entre unas cosas y otras son las 6pm cuando nos ponemos en marcha rumbo a Budapest. Allí nos encontramos con Nico, un amigo de Justina y nos quedamos a dormir en su casa.
Antes de ver a Nico nos damos una vuelta con Priscilla por Budapest. Impresionante, qué ciudad tan espectacular. Definitivamente en la lista de lugares para volver y recorrer.
Miércoles 23 de julio
Budapest – L’viv
Km recorridos: 658km
Tiempo de conducción: 10,5 horas (más 1.5 en la frontera) de 9am a 11pm (hora local, 10pm hora española)
Hoy hemos decidido levantarnos más temprano y salir pronto para alcanzar a los Jamongolia y a Don Quijote y Dulcinea, que nos llevan algo de ventaja.
Nos despierta Nico con un estupendo desayuno, croissants recién hechos. Menudo anfitrión, casi dan ganas de plantar el rally unos días y de quedarse en Budapest, que, a pesar de la intensa lluvia con la que nos recibe, sigue siendo tan espectacular de día como de noche.
Hacemos el ritual de todas las mañanas. Mochilas a Priscilla, bien atadas con pulpos, mirar los niveles del coche, revisar la ruta y listas. Ah, y hacemos un esfuerzo por arreglar el localizador que va dando nuestra posición porque la última que daba era Brescia y nuestros amigos ya pensaban que habían ganado la apuesta y que nos habíamos quedado tranquilamente de compras en Italia…
Entramos en Eslovenia para llegar a Ucrania y ya vamos notando cómo empezamos a perder algunas de las cosas más familiares. Ya hace un par de días que tenemos que volver a fijarnos en tipos de cambio, ahora el alfabeto incluye tildes y letras nuevas y el aspecto general de todo nos recuerda que definitivamente nos movemos hacia el este.
Sigue lloviendo mucho y aún así estamos asombradas de lo precioso que es todo. Las carreteras están relativamente bien, aunque ya vamos perdiendo las autopistas y los dobles carriles. Ahora toca aprender a adelantar con Priscilla o pasar horas detrás de un camión rezando y esperando que la carretera se desdoble.
Al cabo de unas horas llegamos a nuestra primera frontera seria. Los Jamongolia y Don Quijote y Dulcinea van algo por delante, así que nos cuentan su experiencia. Todos lo mismo, una hora y media esperando cruzar pero pasamos a Ucrania sin problema.
Son las 5pm (hora española) cuando entramos en Ucrania y todavía quedan como 900km a Kiev… Va a ser que no, hoy no vamos a llegar a Kiev.
Por el camino encontramos un taller y les preguntamos por señas si creen que deberíamos cambiar las ballestas. Nos miran como si estuviéramos locas, les parece que están estupendas, por mucho que no lo estén. Qué risa con los del taller, intentando hablar en varios idiomas y sin entender nada. Al final, por señas, claro, cómo si no se puede entender la gente tan bien?
Otra cosa que hemos notado al entrar en Ucrania, además del alfabeto cirílico es que Priscilla, que hasta hace dos días parecía un rescate de última hora del desguace comparado con los coches de Belvedere en Viena, poco a poco va pareciendo un Ferrari al lado de lo que nos cruzamos por esas carreteras. O será que nos estamos encariñando con la Reina de la Estepa?
En una gasolinera nos volvemos a encontrar con Jamongolia y Don Quijote y con ellos continuamos hasta L’viv para pasar noche.
Jueves 24 de julio
L’viv – Lubny
Km recorridos: 809km
Tiempo de conducción: de 12pm a 2am
Seguimos en Ucrania y esto va para largo. Qué país tan inmenso.
Dormimos nuestras 7-8 horas, ducha con agua fría (no por voluntad sino porque es lo que hay), desayunamos tranquilamente y salimos hacia la frontera con Rusia. La idea es llegar lo más cerca de la frontera, mínimo pasar Kiev, y si se puede Krakov.
Los chicos de Jamongolia y Don Quijote y Dulcinea salen un poco antes. Esta gente no duerme o luego tienen sus pequeñas siestas en el coche? No importa, ya nos los encontraremos.
Va pasando el día y por suerte cambia de borrasca a sol. Ya teníamos ganas de ver los girasoles mirando hacia arriba, que hasta ahora estaban todos buscando inspiración en el suelo.
Hoy es nuestro estreno en técnicas de negociación con polis. Nos paran un par de veces, supuestamente por exceso de velocidad. “Con Priscilla? Me está tomando el pelo”. Es increíble lo bien que te llegas a entender en otro idioma con un poco de buena voluntad y algún que otro billete en la mano. “Cómo? Multa?” Y aquí viene nuestro teatrillo. Mucho aspaviento, “no es posible, pero si iba a la misma velocidad que todos”. A saber lo que entiende el poli, que está encantado con la función. Dos locas uniformadas con vestido morado y diadema blanca haciéndole teatro. Que si el coche es para Mongolia, que 100 euros no puede ser… Al final, gracias a las negociaciones de Jus, primera multa 30 euros, segunda 20 dólares. A este paso, el quinto que nos pare nos termina pagando!
Con tanta multa y tanta paradita, obras por todos lados, atascos y demás, terminamos encontrando a los otros equipos a las mil. Y aquí empieza la segunda parte de la odisea: “cruza Ucrania sin haber cambiado un euro”. Peregrinando de gasolinera en gasolinera con la misma canción “dólar, euro, visa?”. “Niet”. Hala, a seguir un poco más.
A partir de cierta hora muchas gasolineras cierran y nos cuesta encontrar hotel. Pasamos Kiev como a medianoche, intentando llegar a Poltava. Misión imposible, termina la autovía, no se ve nada y estamos agotados todos. Por fin conseguimos encontrar un hotel donde nos aceptan dólares y nos quedamos encantados. Estuvimos a nada de estrenar las tiendas de campaña…A ver si podemos subir las fotos de la habitación porque es de lo más pintoresca. Parece un salón de casa de abuela…
Viernes 25 de julio
Lybny – Luhans’k
Km recorridos: 654km
Tiempo de conducción: de 12pm a 12am
Hoy vuelve a tocar ducha con agua fría. Por qué siempre damos por supuesto determinadas cosas, como que si vas a pagar una pequeña fortuna por una habitación al menos tendrás agua caliente? Bueno, dicen que es muy sano ducharse con agua fría. Lo que sí confirmamos es que nos despeja al instante para el día que nos espera.
Hoy la idea es llegar a Luhansk, a una hora de la frontera con Rusia. Y vaya día, cómo se nota que nos vamos acostumbrando, ya somos casi como locales.
Hoy sólo nos paran una vez y ya no hacemos tanto teatrillo. Lo justo, un poco de negociación, 20 dólares y al coche, que nos queda mucho por recorrer.
Una vez que salimos de Kiev la carretera… en fin, ya poca autopista. De vez en cuando se desdobla la carretera y entonces hay que lanzarse cuesta abajo para tomar impulso y poder adelantar a los muchos camiones que vamos encontrando.
Qué barbaridad cómo conducen. Da igual el número de carriles, la raya continua o discontinua, ir por la derecha o la izquierda. Si cabe el coche y puedes, dale.
Van pasando las horas y parece que no avanzamos. Y es que, adelantar a esos camionazos con Priscilla intimida un poco. Menos mal que hay camioneros simpáticos que ayudan con los adelantamientos… Se hace de noche y decidimos continuar hasta Luhansk como sea.
Los Jamongolia nos llevan un par de horas de ventaja y Quijote & Dulcinea han tomado una ruta alternativa. Quedamos en vernos en Luhansk. En Karkov vemos a un equipo inglés y en Luhansk a varios españoles. Qué ilusión encontrar caras conocidas.
Otra vez llegamos a medianoche. Qué rollo, es viernes, nuestros amigos de copas en España y nosotras adelantando camiones en Ucrania (o intentándolo). Los Jamongolia nos cuentan que se han ido a cenar y a tomar algo. Ahhhh, qué envidia, habrá que empezar a madrugar para llegar antes!
Por cierto, que no se nos olvide colgar en algún lado una foto de la colcha de leopardo de la habitación de Luhansk. Sin palabras, sin duda es algo para ver.
P.D. La supuesta ruta estupenda de los Quijotes marcada en el mapa como una tremendísima autovía resulta ser un camino de cabras que les añade unos cuantos kms y unas 4 horas de camino.
Sábado 26 de julio
Luhans’k – camino a Volvograd/Astracán
Km recorridos: 200
Tiempo de conducción: poca conducción, 8 horas en la frontera!
– “Oye, y exactamente qué hemos hecho hoy en todo el día?
– “Pues cruzar la frontera de Ucrania a Rusia”
OCHO horas y media para cruzar una frontera. Y deberíamos sentirnos afortunadas por haber pasado sin percance. Ojalá sean todas así: Claro, ahora entendemos por qué, al leer los cuadernos de bitácora de años anteriores veíamos cómo el logro del día era cruzar una frontera. “Se lo habrán tomado con calma”, pensábamos. Ya, claro. Ahora entendemos, qué día.
Así cumplimos nuestra primera semana de rally. Rezando para que no nos hagan sacar las toneladas de cosas que llevamos en Priscilla y para que no nos “confisquen” nada.
Esta mañana recorremos los 25km hasta la frontera haciendo nuestros cálculos. OK si a las 12 estamos en la frontera y Volvograd está a 400km y Astracán a 800, como mínimo llegamos a Volvograd y fácil a Astracán. Y con un poco de suerte podremos por primera vez en el rally sentarnos a cenar.
Qué poca idea teníamos de lo que nos esperaba. Frontera con Ucrania, empieza la odisea. “no, no, no se cruza por aquí, vosotros tenéis que ir por Dios sabe dónde a 200km de aquí”: Queeeee? Emergencia, Jus llama a un amigo que habla ruso (gracias!) y, oh sorpresa, pagando una módica “multa” de 20 dólares el cambio de frontera está hecho .Qué amables!
Mientras, nos intentan vender un seguro para Rusia y mandamos al que nos lo quería vender a paseo. Lo que no sabíamos era que esta tío sí que decía la verdad sobre el seguro obligatorio para Rusia, aunque no sobre el precio, claro.
En cualquier caso, entramos en la cola de salida. Y parecía que todo iba a ser un trámite cuando zas, el poli nos coloca a los tres coches del rally en la fila de la izquierda. “Oye, por qué todos pasan tan rápido por la otra fila y nosotros llevamos aquí una hora parados? “Uf, es que están registrando todo, pero todo, todo, del coche de delante”.
Pasa una hora y otra y aparecen más coches del rally, oh, sorpresa, en la misma línea de “los elegidos”. Un equipo inglés de 5 chicos. CINCO! Eso parece el camarote de los hermanos Marx, qué barbaridad. Así entendemos cómo hacen jornadas de 24 horas conduciendo…
Por fin nos llega el turno. Jamongolia delante… Tras un buen rato hablando con el oficial de aduanas llegamos a un acuerdo de grupo. 10 dólares por coche y no nos abren los maleteros. Economías de escala en Ucrania! La ventaja de ir con otros coches.
Pensábamos que 3 horas saliendo de Ucrania era el límite de cuánto puedes estar en una frontera. Qué equivocados estábamos todos. Todavía nos quedaban 5 más en Rusia.
Rusia funciona como cadena de producción: lento pero seguro. Media hora y uno te levanta la barrera. Otra media, y te miran el pasaporte. Media más y entras en una habitación con un tío muy siniestro que te fotocopia los documentos (y encima los “mala gente” de Quijote nos contaron que te hacían “de todo” en el cuartucho. Vaya susto! Al final fotocopia y fuera).
Lo bueno de pasar 8 horas entre una frontera y otra es que terminas haciendo muchos amigos. Los ingleses? Íntimos. También aparece otro equipo de mallorquines, Pau y Ladi, los Takhi.
Pasa el tiempo y los coches del rally vamos taponando la frontera. Nuestros papeles en español o inglés y ahí nadie habla nada, insuficiente número de sellos en la documentación…
El plato fuerte está en las últimas dos horas, ya al borde del llanto. Resulta que sí que necesitábamos de verdad un seguro para Rusia así que, salte de la cola, pierde una hora en otra casetucha no sé dónde haciendo el seguro y vuelve a empezar.
Hay que rellenar por enésima vez más papelitos con los mismos datos de siempre. Pero ojo, ahora sólo les quedan en ruso o en alemán…menos mal que vamos con los Roethig de Quijote.
Como en el cole, rellenamos las casillas con nuestra mejor letra pero, también como en el cole, viene el poli poco comprensivo, nos grita que está mal y nos manda repetir.
Jus, con gran paciencia, repite y repite formularios, pero no sólo para nuestro equipo, sino también para los demás. Y si nos dedicamos a la consultoría de formularios de inmigración con vehículos?
Pero, aún más importante. Mientras los “propietarios” de los estupendos vehículos nos peleamos con el poli gritón y antipático, Jus se ha hecho amiga de los que te revisan el equipaje, así que, una vez que el poli gritón se ha aburrido de mandarnos repetir el formulario y ha terminado de copiar nuestra información en su ordenador de hace 20 años, conseguimos de nuevo pasar sin que nos revisen los bultos. Tres hurras por Justina!
Justina confiesa la técnica que no falla. Ellos te hacen rellenar mil veces el formulario? Pues Jus contraataca con un rosario de preguntas. Y el baño, dónde está? Cuánto queda? Pero tendremos que pagarle “multa” al poli de arriba? Y cuánto se le paga a la poli cuando te para en la carretera? Oiga, esto cierra? Pero usted es consciente de que tengo que llegar a Volvogrado esta noche? Tengo sueño! Me quiero marchar YA! Voy a llorar, esto no me puede estar pasando!
El poli ya no sabía si reír o llorar, así que hizo un pacto con Jus: si se callaba y se volvía a su sitio nos dejarían pasar cuanto antes sin abrirnos el maletero. El pobre tipo no se podía ni imaginar la que le podíamos liar si nos lo llega a abrir: mínimo tres horas descargando y otras tres cargando.
Por fin conseguimos salir de esos dos kms de frontera. 8 horas, cómo sale la media de velocidad?
Y luego, a buscar hotel. Misión imposible. No sabemos dónde estamos, no tenemos mapas decentes, ni rublos ni nada. Un par de horas más conduciendo hacia Volvogrado y paramos en un “hotel” de carretera para camioneros, con parking vigilado. Habitaciones? Ni media. No nos dejan sacar las tiendas de campaña pero sí dormir en el coche. Y ahora es cuando nos alegramos muchísimo de que super Priscilla sea un Samurai long body. Buenas noches a todos desde los asientos de Priscilla, que ya empiezan a formar parte de nuestro cuerpo!
Las Princesas
P.D. El highlight del día fue la ucraniana que nos atendió en la gasolinera. Guapa y jovencita, vestida con un mono azul, zapatos de tacón verdes y un top ajustado de cebra bajo el mono. Con razón los chicos no hacían más que llenar bidones y bidones…
Domingo 27 de julio
Camino a Volvograd/Astracán – Astracán
Km recorridos
Horas de conducción: de 9am a 8pm
Nos despertamos temprano, qué remedio, y seguimos hacia Astracán. Menos mal que no se duerme nada mal en Priscilla, pero aun así, estamos algo más cansadas de lo normal.
Rusia nos está gustando un montón. Quizás por las ideas preconcebidas que traemos, descubrimos que la gente es mucho más simpática de lo que esperábamos.
El paisaje ya empieza a ser un anticipo de lo que probablemente nos espere. Kms y kms de llanura, sin nada más que la ocasional chimenea de fábrica. Pero qué chimeneas, enormes. Digamos que la foto encaja perfectamente con la visión que todos habríamos tenido de Rusia.
La carretera es mucho mejor que la de Ucrania. Vamos viendo por el camino a otros equipos. Unos ingleses que llevan un taxi (de los típicos) parados con la poli. Cosas que pasan, aprovechamos que están entretenidos para pasar de largo. Otra vez nos tocará a nosotras…
Otros ingleses de Sheffield paran cuando estamos en una gasolinera para ver si está todo ok. Nos hacen fotos a nosotras y a Priscilla y continúan. Nos hace tanta gracia, nosotras nos sentimos como uno más y a veces se nos olvida lo llamativo que debe de ser vernos con nuestra querida Priscilla y la guantera llena de pinzas del pelo, un ventilador…
Sobre las 20.00 llegamos a Astracán y, casi nos toca multa. Nos para un poli, que debía de estar un poco aburrido. Antes de que nos diga por qué nos ha parado le empezamos a preguntar si “por aquí se va al hotel tal o cual” y otras 50 preguntas. Se acerca su compañero y “nuestro poli”, que en ese momento tiene nuestros pasaportes en la mano, le dice al otro “Paula, María, María, Paula”. Jus se ha convertido en María en este país. Sonreímos, le volvemos a pedir que nos recuerde cómo llegar al hotel Private, y listo, nos deja marchar sin multa.
Justo hoy es un día de fiesta en Astracán. Fuegos artificiales, calles cortadas, gente por todos lados… Conseguimos que otros polis nos abran las vallas para pasar y, después de un ratito de un lado a otro, ya estamos relajadas en nuestro hotel. Un placer.
Se quedan aquí también Jamongolia, Quijotes y los chicos tan simpáticos de Sheffield, que esta noche justo están celebrando el cumpleaños de uno de ellos.
Lunes 28 de julio
Astracán – camino a Atyrau en Kazajstán
Km recorridos: 150km
Horas de conducción: de conducción pocas pero metidas en el coche muchas: Otra vez 5 horas en la frontera!
Hoy es un día importante, toca cruzar a Kazajstán y empieza de verdad la aventura. Después de un estupendo desayuno recorremos la escasa hora que nos separa de la frontera. Ya vamos haciendo apuestas y preguntándonos, “oye, y vosotros dónde vais a esconder las cosas” “Dicen que aquí te registran todo y que te piden no sé cuánto para pasar, será cierto?”.
Entre unas cosas y otras ya estamos otra vez en la frontera. Qué avance es que en Europa no haya que hacer todo esto y qué poco nos gustan las fronteras. Con un calor importante y una gran dosis de paciencia nos acercamos a la caseta del poli. Pum pum, nos sella el pasaporte y nos quedamos con cara de tontas esperando algo más. “Así, tal fácil?”. No nos registran, nos dejan pasar y en total tardamos como una hora en pasar.
Hacemos las últimas llamadas “voy a estar 4-5 días sin cobertura, estamos bien…”. “Ya estamos en Kazajastán!”
Sí, sí. Ya quisiéramos. Estábamos en tierra de nadie, que en esta frontera es enorme. Avanzamos un poco y nos encontramos con la verdadera frontera kazaja. “Me estás tomando el pelo, pero no estábamos ya en Kazajstán”. Por lo visto no, así que, más paciencia. “El conductor por aquí, el acompañante por allá”. Nos separamos en tres y tres, cada uno con sus papeleos.
Mientras los que entran “a pie” consiguen sus sellos en dos minutos, los “propietarios de vehículo” como una especie de gymkhana contrarreloj. Seguro, trámites, rellena esto, tienes un regalo para mí?, toma, vuelve a rellenar, mira a la cámara que te hago una foto, vete a aquella casetucha y que te fotocopien el pasaporte…
Pasan horas, pero siempre haciendo algo. Cómo le gustan los papeles y los sellos a esta gente. Los formularios, en cirílico, son idénticos a los de Rusia. No porque hayamos aprendido ruso, sino porque nos toca rellenar la misma información en la misma casilla que los anteriores. Habrá una forma mas eficiente de gestionar las aduanas?
Aquí volvemos a hacer amigos. Unos moteros italianos que vienen desde China, Afganistán, Irán y no sé cuántos países y se vuelven ya a Italia. Nos cuentan que la ruta que queríamos seguir no es buena porque la carretera está fatal. Intercambiamos comentarios y anécdotas. “Suerte” “buon viaggio”.
Por fin conseguimos pasar todos, otra vez después de varias horas. Los que no han tenido tanta suerte son los chicos de Mallorca. Su visa tiene fecha de entrada a partir del 30, así que se quedan en una especie de limbo en tierra de nadie. No pueden volver a Rusia pero tampoco pueden entrar en Kazajstán. Vaya faena. Hablamos por la noche con ellos y allí se quedaron acampando y haciendo amigos entre gente kazaja. Sin duda toda una experiencia.
Nosotras seguimos con Jamongolia y Quijote. Kazajstán nos recibe con una tremenda multa. Otros 20 dólares, por qué siempre pagamos tanto! Nos multan a las Princesas y a Jamongolia. Nosotras dispuestas a negociar a muerte, pero al final hay que pagar. Al menos poli simpático. Todos vienen y se presentan, les encanta practicar el inglés. “I am the boss”, señalando orgulloso sus galones. Pues boss, haznos una rebajita, que 50 dólares no puedo pagarte. OK, 20 y listo. La próxima vez en rublos, que seguro que es mucho más barato!
Entre la frontera y la multa ha empezado a anochecer y no vamos a llegar a Atyrau de ninguna manera. Nos buscamos un caminito al borde de la carretera y montamos el campamento.
Nos quedamos un rato de charla bajo un cielo impresionante de estrellas, intentando ignorar el persistente zumbido de los mosquitos. Aquí no pican, es que muerden! Ni relec ni nada, si quieres estar fuera de la tienda, es lo que hay, pero merece la pena.
Sacamos las sillitas de camping y, wow, da vértigo mirar hacia arriba. Qué cielo tan despejado y tan lleno de estrellas.
Martes 29 de julio
Camino a Atyrau – Atyrau
Km recorridos: 200km
Horas de conducción: 4 horas
Qué distinto se ve el mundo cuando es de día (y sin mosquitos!). El sol entra por la tienda desde hace un rato y eso significa que no tiene sentido estar remoloneando mucho más. Hay que levantarse.
Qué picor, los mosquitos se han cebado con todos. Estaban muy hambrientos anoche, qué barbaridad. El precio de quedarnos de charleta a la luz de las estrellas con una botella de champagne. Pero qué podemos decir, incluso con las picaduras, lo disfrutamos.
Los Quijotes y Jamongolia son más rápidos recogiendo el campamento. Nosotras tardamos un poquito más en organizarnos, así que les decimos a los otros dos coches que vayan saliendo y que en un ratito estamos con ellos. Total, como luego vamos algo más rápidas, ya acortaremos distancia.
Y aquí empieza la aventura del día. “Princesa, por dónde era”. Uf, a una buena han preguntado. “Pues ni idea. Yo vi a los chicos marcharse por allí”. “Vale”. Media hora después, no sólo no nos estamos acercando a la carretera, sino que estamos en mitad de ninguna parte, entre hierbas más altas que Priscilla y sin ver nada.
“Oye, Jus, tú has visto la peli “los chicos del maiz”?”. “Ayyyyy, calla. Y esta explanada, no te recuerda a “Señales”?”. “Sí, claro, ahora vienen a abducirnos”. “Bueno, yo ya estoy bastante abducida. Si no, dime qué hago aquí en mitad de la nada”.
Perdidas no, perdidísimas, y de pronto vemos agua a lo lejos. “Oye, y si nos acercamos?”. “Un bañito” “ A mí ya me da igual, yo me meto hasta con vestido”.
Mientras nos acercábamos, que sí, que no, que la carretera está hacia este lado, que está hacia el otro, zas, Priscilla deja de avanzar. “Pero esto no estaba seco?” “A lo mejor no lo estaba tanto”. Efectivamente, Priscilla está con media rueda hundida en un barrizal. “Uf, a sacar las planchas, lo que nos faltaba”. Probamos a sacar unos cuantos kilitos del coche del trasero de PA y, milagro, Priscilla sale marcha atrás mientras PA toma fotos de la pequeña odisea de Priscilla con las chanclas hundidas en el barro. Esta vez nos libramos, qué suerte. A ver si colgamos pronto las fotos.
Ahora sólo falta encontrar la carretera. Detrás de un montón de plantas aparece una explanada con un camión que está siendo reparado. El camionero no da crédito a la aparición pero ahí estamos nosotras, preguntando con toda naturalidad por la carretera y por Atyrau.
Nos indica, volvemos a perdernos, pero esta vez más cerca de la carretera. Es que de verdad estamos en mitad de la nada y no hay camino. Nos lanzamos campo a través, menos mal que JD recuerda varias referencias de anoche, un árbol, el trazado eléctrico… Llegamos a una aldea donde una señora encantadora nos indica en ruso: todo recto, luego izquierda, hacia allá… Cada vez estamos más convencidas, en momentos de necesidad, terminas entendiendo todo.
Conseguimos volver a la carretera, después de más de una hora perdidas, y ahora estamos sin gasolina. Avanzamos y nada de nada. Será verdad lo que decían los italianos de ayer? Kms y kms sin poder repostar? Pero eso no era más adelante?
Encontramos un surtidor y, como siempre, no tenemos moneda local. Rublos? Ay, pero casi no tenemos. Al final, de puro aburrimiento, nos terminan aceptando dólares. Vamos progresando, ahora sólo nos falta conseguir agua y encontrar a los demás.
Son más de las 5pm cuando llegamos a Atyrau, donde están Jamongolia y Quijote. Nos impresiona la ciudad. En realidad, lo que impresiona es el hecho de que nos impresione! Es una ciudad como otra cualquiera, pero parece que nos estamos asilvestrando tanto que el hecho de ver edificios, semáforos, gente por la calle… nos llama la atención. Ya lo máximo, hay un centro comercial (llamado “Ideal”) con un fastuoso supermercado lleno de cosas europeas. Compramos agua y comida para cuando volvamos a acampar, cómo no, el prometido Bombay Sapphire y limones de JD, miramos el reloj y, uf, son las 19.30…
Decidimos pasar la noche en la ciudad y aprovechar para encontrarnos con otros equipos. Vemos a los chicos de La Naranja Mecánica, a otro equipo de Valencia (Che Mongol) y a unos hermanos de Murcia.
Por primera vez en el rally nos tomamos algo en el bar con Almudena y Eric (Quijotes) y nos sentimos la gente más afortunada del mundo por haber podido cenar unas alitas de pollo y saber que esta noche y mañana por la mañana tenemos ducha con agua caliente. Con tanta quemadura del sol y picaduras, se agradece mucho.
Miércoles 30 de julio
Atyrau – frontera con Uzbekistán
Km recorridos: 670
Tiempo de conducción: 7am a 10pm
Hoy toca madrugar. El pacto era dormir en hotel en Atyrau a cambio de madrugar y salir pronto. Otro día largo. Queremos como mínimo llegar a la frontera con Uzbekistán y, si podemos, pasarla.
Cuando decidimos cambiar la ruta y atravesar todo Uzbekistán en vez de todo Kazajstán, sabíamos que este camino era más corto en kms pero más complicado para conducir. Lo que no sabíamos era que los que hacen los mapas, ponen aleatoriamente tramos en rojo (supuestamente carretera buena) y otros en amarillo (carretera “menos buena”) y que encima pocas veces aciertan.
Justo cuando esperas la pesadilla de carretera, aparece un tramo de carretera recién asfaltado y, luego, cuando piensas “vaya, qué país tan moderno, si eso era el caminillo, entonces la carretera va a ser una tremendísima autovía” aparecen esos tramos que dan pena y miedo, pistas por la arena, tramos sin asfaltar (todo piedras) o partes de carretera no con agujeros, sino con verdaderos cráteres.
Otro día más nos salva llegar a la gasolinera en el último instante. Sí que llevamos bidones en lo alto de Priscilla (que le añaden 60kg y hacen que bascule todavía más), pero intentamos repostar en gasolineras y ahorrarnos los 40-50 minutos a pleno sol de bajar los bidones, repostar, subirlos, atarlos… Todo esto, cómo no, observadas por un corrillo de curiosos que nos miran y comentan. Qué dirán?
Por cierto, qué calor. Cómo es posible? Hace unos días conducíamos liadas en una manta, con una lluvia tremenda y muertas de frío y ahora… qué calor! Los amigos nos escriben contando que en España están a 40 grados. Pues 40 nos parecería un regalo, aquí hace un calor que se te derrite la piel. Qué barbaridad!
Volviendo al tema gasolineras, JD está convencida de que PA ha nacido con la “estrella de la gasolinera”, o que es un imán para gasolinera de última hora o algo así. Ojalá tenga razón, de momento ha funcionado. Siempre igual, oh, oh, depósito casi vacío, luz de “no tengo gasolina, chicas!” encendida desde hace rato y nada alrededor.
“A cuánto está el próximo pueblo?” “Lejos”. “Llegaremos?” “Vamos a probar”. “Oye, Jus, que esto va haciendo bop bop bop y ya ni tira”. “Mira, justo ahí! Gasolinera!” “Ayyyy, no voy a llegar”. Priscilla, gran amiga en ese momento, hace un último esfuerzo, bop bop bop y se para en el surtidor antes de anunciar que “ya no más”. Al menos hemos aprendido la lección y ahora llevamos moneda local. Se acabó lo del “euro, dollar, visa?”.
Vemos a equipos de ingleses y a algunos más del rally. Llegamos a Baynew, última ciudad antes de la frontera, y hablamos con los Quijotes, que están “a cinco minutos”. Aparecen y quedamos en que, mientras ponen gasolina “las Princesas vamos tirando” y que en 45min paramos y acampamos juntos.
Desde Baynew hasta la frontera hay algo menos de 100km y la carretera es bastante regular (será que Uzbekistán no quiere que vaya tanta gente?). Vamos parando cada ratito pero Rocinante, el flamante 4 latas de los Quijotes, no aparece. Paramos ya definitivamente a 68km de Baynew y unos 25 de la frontera. “Oye, estos no aparecen, les habrá pasado algo?” “Seguro que vienen por detrás, ya aparecerán”. Esperamos un rato más y definitivamente no llegan. No tenemos ninguna cobertura en el móvil, no hay forma de comunicarse con ellos. Preocupadas, damos media vuelta para ver si los encontramos. Tan concentradas, que no los vemos en un cruce por el que pasamos, y seguimos de largo…
Terminamos deshaciendo más de 50km para llamar y ver qué había pasado. Total, para nada, ahora son los Quijotes los que están sin cobertura. No pueden estar en el tramo con cobertura porque los habríamos localizado, así que ya no hay forma de saber dónde están.
Otra vez media vuelta y hacia la frontera. Se está haciendo de noche y vamos a tener que encontrar un sitio para dormir. Intentamos convencer a una señora en una gasolinera para que nos deje dormir allí con nuestros sacos. Nos manda educadamente a paseo y nos dice que hay un hotel cerca de la frontera, en el lado kazajo, a 30km de donde estamos.
Llegamos a la frontera por segunda vez, ya completamente oscuro y no hay NADA. Nos acercamos a la única luz y resulta ser un grupo de gente (todos hombres) bebiendo. Nos hacen señas para que nos bajemos del coche y nos quedemos a beber con ellos.
Uf, lo que nos faltaba. Ni locas! Apagamos las luces, damos media vuelta y volvemos a la carretera. Terminamos durmiendo dentro de Priscilla una vez más, en un cruce, a metros de la frontera.
PA, con un poco de miedo, decide dormir directamente sentada en el sitio del conductor, con las llaves en el contacto, los zapatos y gafas puestas, una linterna en una mano y un spray “antiagresión” en la otra. “Paula, yo si viene alguien ni me entero”. “No te preocupes, yo estoy lista para salir mangada si hace falta”. Por suerte nadie se acercó a preguntar la hora por la noche, porque habría terminado rociado de spray sin entender nada. “No oyes pasos?” “No, serán los camellos”. JD practicando contorsionismo toda la noche y PA “lista para salir corriendo”. Vaya nochecita!
Día jueves 31 de julio
Frontera con Uzbekistán – Jasliq (camino a Bukhara)
Km recorridos: 181km
Horas de conducción: demasiadas! Todo el día
Después de haber dormido bastante regular (nada, diría JD), nos despertamos con la luz del amanecer y unos ruidos “aaaaagrrrrrrrrrrrrrrrrrr, aaaaagrrrrrrrrrrrrrrrrrr”. “Dios, qué es eso”. “Ay, mira, estamos rodeadas de camellos”. Por lo visto hemos debido de plantificar a Priscilla en mitad de su lugar de pasto y los tíos vienen a comer, sin importarles que en el medio estemos nosotras. Aparte de ser famosos por su mal humor, cosa que por suerte no podemos confirmar, sí que confirmamos que apestan (pero no cualquier cosa, porque a estas alturas del viaje, estamos desarrollando una gran tolerancia para todo tipo de olores, sino pestazo de verdad) y que dan miedo con esos gruñidos.
La presencia de los camellos es un gran incentivo para levantarnos y organizarnos rápido, así que a las 7am estamos en la frontera. Total, para qué, hasta las 9am no abren. Allí, dos extranjeras entre todo hombres locales. Vienen, nos miran, nos hablan… La verdad, no parece peligroso, más bien curiosidad por su parte. El problema es que tenemos tanto sueño que la parte sociable todavía está durmiendo…Como sigamos así, pronto nos vamos a hacer una camiseta que diga “María y Paula, no, no somos hermanas, sí, venimos de España, claro Real Madrid, Raúl, Julio Iglesias” “No, Ruski, niet, anglinski, da!”
Mientras estamos en la cola aparecen los Quijotes. “Pero chicas, os vimos pasar a 10m de nosotros, os hicimos señas y seguisteis de largo”. Ellos acamparon al otro lado del cruce, y en lugar de camellos, se han levantado rodeados de cabras!
Nos ponemos de acuerdo. A partir de ahora, si no hay cobertura y nos perdemos la pista, no se da la vuelta. Seguiremos hablando cuando se pueda, pero nada de esperar. No hay tiempo para eso.
En la frontera nos encontramos con un equipo de Albacete, Emilio y Guillermo, que llevan 3 días “viviendo” en el lado uzbeco con la policía de la frontera y sus familias, porque su visa les permitía la entrada hasta el 1 y han llegado demasiado pronto.
Al principio pensamos que padecen el “síndrome de Estocolmo” cuando nos cuentan que están encantados allí, hasta que vemos el lugar donde se han quedado y la amabilidad y hospitalidad con la que están siendo tratados. Nos tomamos unas rodajas de melón con ellos, cambiamos dinero y… nos toca el primer pinchazo!
Guillermo y Emilio, además de ser unos magníficos anfitriones (tanto, que casi nos quedamos en la frontera a pasa el día!), saben de mecánica, así que Jus aprovecha para hacerles unas cuantas consultas. “Oye, las ballestas están muy mal, no? Y esto que sale de aquí?” Menos mal que preguntó, por lo visto había un manguito en mal estado y perdía gasolina. Casi salimos ardiendo.
Bueno, rueda puesta, todo listo, nos ponemos en marcha. Justo aparecen los chicos de La Naranja Mecánica en la frontera, y se paran. Nosotras ya no podemos quedarnos más tiempo, nos espera un largo día, así que nos despedimos y seguimos el camino… pero no por mucho tiempo!
Conducimos 10 minutos por un camino infernal, paramos un momento a ver a los Quijotes, que tienen problemas con el aceite de Rocinante y… no puede ser, otra vez? Otro pinchazo, vaya mala suerte! La rueda que llevábamos de repuesto estaba pinchada, así que hemos perdido el tiempo cambiando una rueda pinchada por otra. Lección aprendida, no asumir que las ruedas de repuesto están en buen estado y comprobarlo antes. Otra vez a repetir el proceso, y todo esto a unos 45-50 grados, a pleno sol. Qué alegría! Nos ayudan los Quijotes y listo, otra vez en marcha.
Vamos saltando de camino de piedras a pista de arena. Un espanto en ambos casos. Jus disfrutando, hala, ahora me meto por la arena y embadurno bien a Priscilla, ahora salgo, cambio de un lado a otro. Priscilla y sus habitantes estamos de color blanco, bañadas en arena. Aparece otro equipo español, los chicos de Casa Santoña. “Oye, las Princesas. Hemos visto el polvorín que estáis levantando y os hemos seguido” “Je, je, pues sí, somos nosotras, pisteando un poco. Por cierto, qué te ha pasado en el pelo, lo tienes blanco”. “Pues vosotras tampoco es que estéis muy reconocibles comparadas con la fiesta que hicisteis en Shabay”. Halaaaaaa! Pues tienen toda la razón. Preferimos no mirarnos, pero tenemos arena hasta en la boca y, en fin, nos tocamos el pelo y nos asustamos. Qué importa, nos estamos divirtiendo…
O estábamos… adelantamos a los de Santoña, que están cambiando una rueda, “bienvenidos al club, todo bien?, nosotras ya hemos tenido dos!” “sí, todo bien, gracias”. Continuamos y vemos a Rocinante parado en la cuneta porque se ha calentado. Paramos para ver si los Quijotes están bien y, zas!… Jus pone cara de “esto no me está pasando”. Nota algo raro, se baja y grita “Paulaaaa, nooooo!!!”. PA pensando “por favor, que sea una broma, dime que no es cierto”. Ya quisiera… Ahí estábamos las dos, mirando la llanta en el suelo, la rueda totalmente plana y a punto de llorar. Hace el calor más tremendo del mundo, estamos en medio de un desierto por un camino de piedras y va la tercera rueda en una hora.
Los chicos de Santoña nos ven y paran. “No os preocupéis, os ayudamos”. “Pero chicas, qué lleváis en ese maletero?” (dicho cuando nos ven descargar una nevera de coche). “Vosotras sois princesas de verdad!”. “Nosotros ya llevamos dos pinchazos y no nos quedan más ruedas, a partir de aquí vamos los dos equipos juntos por si alguien vuelve a pinchar”. Qué caballerosos, hasta en mitad de la nada hay gente estupenda que se para a ayudar. Pero… les cuesta caro. No habían terminado la frase cuando aparece su rueda en el suelo también. “Nooooo! Ahora sí que tenemos un problema”. Menos mal que las Princesas, en ese inmenso maletero, no sólo llevamos la nevera portátil, sino también herramientas y repuestos para el coche. Les ayudamos con un kit reparador de pinchazos y continuamos todos hasta un taller donde reparan neumáticos.
Qué simpáticos los del taller. Estarán forrados, no podían haber puesto su taller en un sitio mejor. Clientela permanente garantizada. Menuda carretera! Tardamos un día en recorrer los 70 primeros kms de Uzbekistán entre frontera y pinchazos.
Aprovechamos en el taller para comprar gasolina y para pedirle a un camionero que nos preste una manguera con la que estaba limpiando su camión. Ahí, los Santoñas, los Quijotes y las Princesas montamos una especie de ducha improvisada para asombro de los presentes. No nos atrevimos a sacar el champú, pero seguro que la próxima vez lo hacemos.
Empieza a anochecer y buscamos un sitio para acampar. Ahora los que nos sorprenden son los Santoña. Estos chicos han venido con una mesa de camping y todo el kit de cocina! Y nosotras comiendo cualquier cosa todo este tiempo! Nos invitan a unas albóndigas que se nos saltan las lágrimas. Prometemos no volver a renegar de las albóndigas de lata…
Y allí nos quedamos, charlando bajo un cielo lleno de estrellas. Impresionante, en la noche del desierto, sin nada alrededor, se puede ver estrellas de un extremo al otro del horizonte. Y hasta estrellas fugaces!
PS. Esperamos que los chicos de Casa Santoña tengan un blog contando todas sus aventuras de fronteras, encuentros con la policía de distintos países, lugares “exóticos” para dormir y cómo sobrevivir en el rally sin parte de la documentación en teoría imprescindible…
1 de agosto
Jasliq (camino a Bukhara) – Bukhara
Km recorridos: 745 km
Horas de conducción: 14 ó 15
Levantamos campamento y hoy nos planteamos llegar a Bukhara como sea. Matamos por una buena ducha, y eso es un gran incentivo.
Vaya carretera, a ratos es estupenda y a ratos es una pesadilla. Todo está en construcción, así que depende de si te toca estrenar tramo recién asfaltado o te toca salirte por las pistas de arena o piedras, porque están asfaltando, puedes tardar poco o una eternidad en recorrer el camino.
Hoy era día de eclipse en Mongolia. Desde donde estamos, no nos vendría mal perder de vista el sol un ratito, pero no ocurre. El termómetro que por puro masoquismo llevamos dentro de Priscilla llega a marcar 55 grados. Pasamos todo el día atravesando desierto, qué calor. Es impresionante, compramos agua y, o te la bebes en el instante o al cabo de media hora está totalmente caliente. Pero caliente ardiendo, vamos, como para cocinar los noodles de sobre que llevamos!
Hay controles de policía cada ratito, pero simplemente miran, preguntan con curiosidad y te dejan seguir. Muy simpáticos.
En una parada para comprar agua junto a un control, justo después de atravesar un desierto criminal, para un coche y se bajan dos mujeres que vienen directas hacia nosotras hablando a toda velocidad. No entendemos del todo lo que dicen, pero es algo sobre dos chicas conduciendo. Están encantadas de vernos y nos sonríen y siguen hablando. Nos hacemos unas fotos con ellas y les regalamos un par de carteritas que nos dieron en Glamour. Quedan fascinadas con el regalo. A nosotras también nos ha encantado ver a otras dos mujeres conductoras, y además tan simpáticas y con tan “buen rollo”.
Es curioso, desde Kazajstán y sobre todo en Uzbekistán, hay muchísima gente con dientes de oro, que probablemente utilicen como elemento estético. A veces son dos o tres arriba, otras abajo. A veces es el borde del diente, otras el diente entero. Al principio nos llamaba la atención pero ahora ya nos hemos acostumbrado. Como sigamos así volvemos nosotras también con los dientes de oro!
Se nos empieza a hacer tarde, muy tarde, pero no tenemos más remedio que conducir hasta Bukhara. Es de noche, estamos en mitad de la nada y decidimos hacer un último esfuerzo. Por suerte el último tramo de carretera a Bukhara es bastante decente, sobre todo para conducir de noche.
Y, cómo no, todo tiene su recompensa. Encontramos un hotel y hasta tenemos tiempo para comer algo. Ahora nos damos cuenta de lo poco que hemos comido los días anteriores. Y qué bien nos sienta esa ducha!
Sábado 2 de agosto
Bukhara – Samarcanda
Km recorridos: 303 km
Todavía no nos podemos creer que estemos en un hotel y que tengamos agua para ducharnos. Otra duchita, qué bien!
Decidimos permitirnos el gran lujo de pasar 3 horas visitando Bukhara, que es una de las ciudades más conocidas de Uzbekistán, en plena Ruta de la Seda, junto con Samarcanda, famosa por su arquitectura.
Y ya, como gran lujo, nos declaramos en huelga de conducción y contratamos a un taxista para que nos lleve. Una pasada, la ciudad, la gente, el paseo, el calorrrr… Aprovechamos para hacer unas compritas mientras paseamos por la parte antigua. Hemos decidido que nos gusta conducir con falda, así que un par de vestidos, uno de ellos en plan princesa asiática.
Qué taxista tan gracioso, iba con la música a todo volumen escuchando canciones que nos suenan un montón. Cantando Enrique Iglesias ya no sabíamos si estábamos en Uzbekistán o en España.
Bukhara es espectacular, un lujazo de ciudad para caminar, aunque sea a 45-50 grados. Qué bonito y qué gente tan encantadora. Todo el mundo nos pregunta, se interesan. La verdad es que Uzbekistán nos está sorprendiendo por lo espectacular del paisaje, de los monumentos pero, sobre todo por la amabilidad de la gente.
Después de nuestro breve paseo, volvemos al hotel para marcharnos hacia Samarcanda y Priscilla vuelve a hacer de las suyas.
Primero un fuerte olor a gasolina en el aparcamiento del hotel que se va haciendo más intenso a medida que nos acercamos al coche. “Dime que no es Priscilla, que es algún otro coche”, pensamos intentando engañarnos y no ver la evidencia. Hasta que PA lo ve “Jus, se sale la gasolina de uno de los bidones, como si fuera un surtidor”. Una pequeña fuentecilla de gasolina riega el techo de Priscilla y es que entre el calor, los baches y el tiempo que llevan ahí atados, una de las gomas se ha pasado y sale gasolina por todos lados.
Pues nada, “operación bidón”, otra vez a bajarlo, sacar la gasolina que queda y colocarlo vacío. Operación que nos quita una hora de las que pensábamos pasar en Samarcanda viendo el atardecer…
Nos ponemos en marcha, PA al volante, y “oye, Priscilla hace bop bop bop y no tira”, “espera, espera, es que se para”, Dicho y hecho, en un ladito del camino, Priscilla se para en seco y se niega a arrancar. “No me lo puedo creer, y ahora qué”. “Pero es que vas a tener suerte hasta para esto, mira hay un taller a 50 metros”.
Efectivamente, Priscilla se ha parado enfrente de un taller. Nos bajamos y suplicamos que nos ayuden, esperando que no sea nada grave. Los mecánicos encantadores, nos cambian la bomba de gasolina, que por lo visto no funcionaba bien, nos revisan un par de cosas más del coche y otra hora o dos después, estamos listas para seguir.
Antes, intercambio de fotos, por señas “quedaos a cenar con nosotros”, “no podemos, nuestros amigos nos esperan en Samarcanda”, “seguro que este coche llegará a Ulán Bator?”, “sí, claro, garantizado, si no, nos llamáis”.
Tardamos varias horas en llegar a Samarcanda, otra vez en la carretera de noche. Una pena, los Quijotes nos cuentan que el atardecer es espectacular pero al menos, cuando entramos en la ciudad todos los monumentos estaban iluminados. Qué impresionante! Nos quedamos en su mismo hotel y también hay por allí unos ingleses del rally. Qué divertido, podemos ir a tomar algo y escuchar música. Las Princesas decidimos estrenar nuestro vestido de Bukhara y nos plantamos en la discoteca disfrazadas de princesa asiática. La discoteca del hotel no tiene desperdicio, nos partimos de risa. Y ahí estamos, dándolo todo, bailando lo que nos pongan. Y es que se echa de menos, poder tomarse algo y socializar de vez en cuando.
Los ingleses vienen de la ruta de Irán y les ha encantado. Otro país que pasa a la lista de “lugares para visitar pronto”.
Por cierto, que conducir de noche es de lo más peculiar. Como hace tanto calor, parece que la gente se esconde de día y sale al atardecer. Por eso es peligroso, porque la carretera está llena de puestecitos de comida o que venden cualquier cosa, hay gente por todos lados, cruzando por mitad de la carretera, a los lados… y te aparecen en el medio en cuanto te despistas. Además, hay carros tirados por burros que circulan en ambos sentidos. De hecho, a veces coinciden de frente por el arcén. Tela, a ver qué hacen ahí carro con carro de frente!
A todo esto, están también los coches o camiones que van con las largas independientemente de si tienen a alguien de frente o no, y luego los que no tienen luces. Vas tranquilamente conduciendo y de pronto tienes delante a una bestia de camión sin luces. Toda una experiencia.
Habría que grabarnos. La que conduce, protestando e insultando a todo lo que se cruza. “Pero dónde vas?” “Venga, adelántame, pero no te pegues tanto!” “Y ese, sin luces, qué animal!” “Quieres guerra, pues toma largas! Hala, no las bajas, pues ahora órdago, te pongo los focos!”. La copiloto, cantando “perro, gente, coche sin luces, bache, otro bache, burro, vaca, más gente en el medio…”
Domingo 3 de agosto
Samarcanda – Tashkent
Km recorridos: 344 km
No podemos pasar por Samarcanda y no visitar al menos los lugares más famosos. Y eso hacemos, tres horitas de turismo y de vuelta a la carretera. Se nota que esta zona es más turística porque las carreteras son infinitamente mejores. A ver si nos vamos a acostumbrar… pero aprovechamos y llegamos hasta Tashkent.
Por el camino, un montón de controles de policía. Estamos tan cerca de la frontera con Kirguistán que hay que tener cuidado con qué carretera se sigue. En los controles, los polis no pueden contener la curiosidad y preguntan muertos de risa. Son encantadores, nada que ver con los que hemos encontrado en otros países. Aquí no piden dinero, sólo quieren saber. Son extremadamente curiosos, si no encuentras excusa para marcharte, podrías pasar el resto del día tomando café y charlando con ellos. Pero por desgracia tenemos que limitar el tiempo de charleta, así que, a la segunda pregunta, contraatacamos “para ir a Tashkent?” “cuánto se tarda”. Ya nos hemos aprendido las 4 palabras que necesitamos para entender las direcciones, así que los despistamos con nuestras preguntas y con un “muchísimas gracias” en uzbeco, nos marchamos antes de que puedan preguntarnos más cosas sobre el Real Madrid, Julio Iglesias, Raúl, el clima en España o lo primero que les venga a la cabeza.
Ya ha anochecido cuando llegamos a Tashkent. Buscamos hotel y nos llegan noticias por sms de un equipo de ingleses: “la frontera por Tashkent está cerrada” hay que deshacer como 70km y entrar por otro lugar. Bueno, un poco tarde, ya estamos en Tashkent, qué se le va a hacer. A ver cómo se nos da la frontera mañana.
Esta noche, para celebrar todo lo que hemos recorrido y recordando a nuestro querido amigo Rodrigo, que nos regaló unas botellitas de champagne para descorchar en momentos importantes, decidimos abrir la primera de las tres. Cerramos etapa de Uzbekistán y nos preparamos para lo que falta. Un brindis!
Lunes 4 de agosto
Tashkent – Shimkent
Km recorridos: 283
Horas conduciendo: conduciendo pocas, en la frontera muchas, aunque vamos mejorando!
Empezamos el día deshaciendo 70km del día anterior. Cómo duele tener que volver atrás después de lo que cuesta avanzar… Menos mal que los ingleses nos van contando. Ellos están ya en la frontera.
Llegamos a la vez que los Quijotes y empieza la función, primero salida de Uzbekistán y luego entrada en Kazajstán.
“María, Paula, Paula, María” “Si me das 5 usd te hago los trámites” “Pues verás, 5 usd, complicado, pero venga toma estos sums (moneda local) y por favor, ayúdanos con los papeles.”
En el lado uzbeco, todo eficiente, rápido (menos el primer tipo de la barrera, que estaba aburrido y nos tiene ahí un buen rato de palique). Jus directamente metida en la caseta a punto de tomar el té con ellos. “Dame 100usd” Jus se ríe “si hombre, estás loco?”
Luego llega la frontera kazaja y, otra vez, propietario del vehículo por un lado, pasajero por otro. Qué poco nos gusta que nos manden por separado, pero nos vamos siguiendo la pista la una a la otra.
Menos mal que ya tenemos bastantes tablas con el tema fronteras, porque la idea de estar encerrada en un cuartucho con un poli que te mira de arriba abajo y te pregunta 200.000 cosas no relacionadas con el pasaporte, nos habría puesto muy nerviosas al principio. Ahora, como ya sabemos lo que tardaron los anteriores y vemos caras conocidas del rally también enredados en los interminables trámites de aduanas, nos lo tomamos con filosofía.
Sí, sí, Raúl, estupendo, Fernando Torres, pues no, que no es del Madrid! El Barca? Pero qué dices, hay que ser del Madrid. En un momento se escucha a Jus cantando el Hala Madrid. Ya, cualquier cosa para que te pongan el sello y te dejen en paz.
PA tiene 10 minutos de “dame tu pasaporte y papeles del coche, que te los procesan y mientras quédate aquí sentada”. Todo esto en varios idiomas, ya podemos entender algunas cosas en ruso, sobre todo cuando nos interesa, y por gestos. Y, cuando no nos interesa, “nipanimai” (como se escriba en ruso), “no entiendo” (que suena a pitorreo, pero que se dice así de verdad). “Ah, qué amable, bueno, sentarme no que llevo todo el día sentada, me quedo aquí de pie”. Entra otro poli en el cuartito, más preguntas no relacionadas con la documentación, más miradas, uy, PA más cerquita de la puerta, con un pie sujetando para que no se cierre. Aunque no parecen muy peligrosos, qué poco apetecible es la perspectiva de quedarte encerrada en un cuarto con dos militares y sin pasaporte ni papeles. Pero paciencia…
Ya nos conocemos la historia, no nos van a hacer nada. Como mucho, te piden alguna cosa, dinero, regalo, pero en general ni eso. Les das algo de charleta y se quedan encantados. Eso sí, con cuidado porque te miran y remiran y de vez en cuando nos sueltan algún comentario “ligoncete”, algún gesto quizás algo explícito, un beso en la distancia, un guiño… la clave es no ponerse nerviosa ni tomárselo demasiado en serio. Nada de demasiada cercanía, les reímos las gracias pero con distancia. Cuando empiezan a preguntar si estás casada, si tienes hijos y demás, a veces nos inventamos que tenemos marido. A Jus, al decir que era viuda, le preguntan que por qué no llevaba pañuelo en la cabeza!
A las Princesas nos tratan muy bien. No nos revisan el coche, nos procesan los documentos rápido y pasamos encantadas. Terminamos a la vez que los Quijotes. Por lo visto a Eric le han preguntado si estaba con las tres y dijo que sí… Claro, por eso nos miraban tanto!
Continuamos varios kms pero se va haciendo de noche. Vaya, otro día con pocos kms, así no vamos a llegar jamás! Los Quijotes se quedan acampando con los ingleses muy cerca de Shimkent y las Princesas decidimos continuar un poco, buscar hotel y salir mañana a primera hora.
Martes 5 de agosto
Shimkent – Qapshagay (a 70km pasado Almaty)
Km recorridos: 831 km
Suena el despertador y, noooo, todavía está oscuro! Una promesa es una promesa, así que en pie, ducha, desayuno y a conducir.
Hoy sí que avanzamos. Queremos llegar a Almaty y, si podemos, pasarlo.
Hemos recorrido 200km cuando nos cuentan los Quijotes que han tenido un accidente. Nada grave, por suerte, pero por un momento temen que se les haya terminado el rally. Qué pena, ojalá sigan.
Pasan las horas, seguimos conduciendo a toda velocidad y preguntando a los Quijotes. Qué bien, después de varias horas, Rocinante está a punto. Qué encantadores los ingleses que se han quedado con ellos.
Llegamos a Almaty a media tarde pero queremos continuar sin perder tiempo entrando y saliendo de una ciudad tan grande. Tenemos el contacto de unas españolas que trabajan en una ONG para desarrollo en Almaty y quedamos con una de ellas para darle varias bolsas de ropa y medicinas en la circunvalación. Qué ilusión encontrar a alguien con aspecto tan español y qué impresionante que lleve 5 años viviendo aquí.
Nos habría encantado quedarnos y conocer mejor su labor, pero tenemos que seguir. Una suerte haberlas encontrado, su proyecto suena de lo más interesante y tenemos muchas ganas de conocer más cuando volvamos a España.
Un placer encontrar gente tan valiente, y nos vamos encantadas de haberlas localizado y de haberles dejado nuestra pequeña donación de España. Lo agradecen mucho y dicen que les viene fenomenal.
También aprovechamos para dejar un regalo para la ahijada de un colega de PA, que vive en Almaty con sus padres. Ahora va a resultar que Almaty, que hasta hace poco apenas nos sonaba, se va a convertir en ciudad de referencia.
Está atardeciendo y nos quedamos impresionadas con la última luz del atardecer proyectada en las montañas de detrás de Almaty. Qué bonito. Nos tiramos de los pelos por no haber entrado en Kirguistán pero no nos daba tiempo de ninguna manera. También queda en la lista de lugares para volver y visitar más en profundidad.
Encontramos a 60km una pequeña ciudad junto a un lago enorme y allí buscamos hotel.
Llegamos justo a tiempo para cenar. “Y ahora cómo entendemos el menú”. Nada que no se pueda arreglar, si no entiendes el menú en ruso o kazajo, sacas una hojita de papel y como en el parvulario, con dibujos. Una gallina, una cabra, una vaca. Ya sabíamos que aquellas clases de dibujo y pretecnología del cole nos servirían de algo…
Miércoles 6 de agosto
Qapshagay – Taldiqorghan
Km recorridos: 198 km
Horas de conducción (lamentablemente pocas, pero horas de taller como 8 ó 9)
Nos despertamos y descubrimos que, efectivamente, estamos en una especie de playa y nos hemos quedado en un “beach resort”, que suena extremadamente glamouroso pero nada más lejos de la realidad. Por el precio que pagamos, bien podría haberlo sido, pero qué va, nuestro gran “beach resort” sí que tiene palmeras, pero de plástico, y sí que tiene playa o algo parecido a orillas de un lago espectacular, pero está al lado de la carretera por donde pasan infinitos camiones.
Pero no nos podemos quejar, nos salvó de tener que meternos en Almaty para buscar hotel y hoy estamos directamente sobre la carretera.
Como todas las mañanas, abrimos el capó para mirar los niveles y… ay, no, qué mala pinta tiene estoy. “Juuuuus, esto está lleno de aceite!”. “Pero cerraste bien ayer el depósito y apretaste?” “Pues sí, bastante”.
La varilla del aceite dice que tenemos bastante poco y todo el motor está lleno de aceite que ha salido de algún sitio.
Mensaje a los Quijotes “chicos, las Princesas se unen al club de los que pierden aceite”. Y es que Rocinante lleva perdiendo aceite días o semanas, pero está todo controlado. Con Priscila, no lo tenemos tan claro.
Hoy el ambicioso objetivo era llegar hasta Semey, casi en la frontera con Rusia. Je, qué ilusas, tan contentas nos lanzamos a la carretera. “oye, dicen los de Albacete que la carretera roja está bien pero con muchos camiones, y si probamos la amarilla? Así son 250km menos” “bueno, a ver cómo es”.
Mientras comentamos todo esto no dejamos de hacer fotos y de mirar a nuestro alrededor. El lago es espectacular, con agua turquesa, rodeado de desierto por un lado y de una cordillera enorme por el otro, la misma que bordea a Almaty. Qué lugar tan bonito, nos alegramos de haber hecho este tramo de día.
A la 1pm hora kazaja, 9am hora española, se nos ocurre llamar a Ramón, nuestro “gurú del 4×4”. Muy mal, nos confirma todo lo que no queríamos escuchar. Primero, gran bronca por el exceso de peso y por cargarnos las ballestas. Ayyy, qué bronca y todavía ni siquiera sabe que no llamamos por eso. Le contamos lo del aceite, y uf, a buscar un taller lo antes posible, así no llegamos a Rusia. Por lo visto la bomba de gasolina que cambiaron perdía algo de aceite pero ahora pierde una barbaridad y así no vamos a llegar a ningún sitio.
Drama al teléfono y seguimos conduciendo. Pasamos unas montañas y unos pueblitos preciosos en mitad del desierto, hasta que llegamos a Taldiqorghan, una ciudad algo más grande.
Nada más entrar vemos una especie de “feria” de componentes de automóvil. Nos metemos para buscar taller y mecánico. Y ahí es donde conocimos a Misha, un mecánico encantador, y su hijo Alexander, que se convirtieron en nuestra compañía durante 8 horas!
Primero buscando recambios de Suzuki, en ningún lugar tienen una bomba de gasolina para nuestro coche. Hay recambios de todas las marcas pero justo de Suzuki nada. Misha nos lleva en el suyo al centro de la ciudad, peregrinando de tienda e tienda. “Nieto”, nada, no hay. Pero cómo es posible, en toda la ciudad nada de Suzuki? Ahora que lo pensamos, en Almaty tampoco encontramos nada de SUzuki, será que no hay en Kazajstán.
Después de varias horas buscando una bomba con Misha, decide instalarnos una eléctrica. “OK, whatever, que haga lo que sea que me voy a poner a llorar”.
Total, una vez más, las Princesas tiradas en un taller, cada vez más tarde y cada vez rodeadas de más mecánicos. Pero eso sí, qué encantadores, cómo nos tratan.
Pasan las horas, anochece y seguimos en el taller. Terminamos muy tarde, parece que la bomba eléctrica funciona. Gracias, Misha, te debemos muchísimo y encima nos quería cobrar poquísimo. Casi el mundo al revés, nosotras regateando al alza para que nos aceptara más dinero!
Y ahora viene la segunda parte del tema. Claro, ya no nos da tiempo a seguir. Los Quijotes han seguido y están con los ingleses de Fraggle Rock a 50km. A ver si mañana les alcanzamos, pero hoy, hotel.
Y aquí estamos, escribiendo desde una muy peculiar habitación en un hotel con luces de neón rojas y sauna/jacuzzi en la ducha… Pensáis que podría ser algo más que un hotel? Nosotras también pero ya nos da igual. No hay habitación en los pocos hoteles que encontramos y, sinceramente, sea lo que sea, nos encerramos y mañana nos vamos a primera hora.
Jueves 7 de agosto
Taldiqorghan – Ayacoz
Km recorridos: 541 km
Nos despedimos de la gente del hotel, que parece menos extraño de día, y nos ponemos en marcha. Hoy queremos hacer bastantes kms y llegar lo más cerca posible de Semey. Dicen que la carretera es mala, ya veremos.
Hay una carretera roja, que se supone que es mejor, pero que por lo visto tiene muchas curvas y camiones, y luego una amarilla que tiene 100km buenos y 100km malos pero que es mucho más corta que la roja. Así que, a la amarilla!
No sabemos cómo sería la roja pero uf, qué horror la amarilla. Eso sí, pasamos por unas playas espectaculares a orillas del cuarto lago más grande de Asia, el lago Balqash Koli. Una pena que vayamos tan mal de tiempo, porque ganas de pegarnos un chapuzón no faltan.
Como no podía ser de otra forma tenemos un pinchazo, nos perdemos… pero al final llegamos bien a donde queríamos salir. Por cierto, estupendo el “kit reparapinchazos” que Jus compró hace un par de días. Providencial, tendrá una bola de cristal y sabía que iba a pinchar? La rueda aguanta y sobrevive a pesar de los baches.
Volvemos a la carretera roja, que se parece más a un camino de cabras que a otra cosa. Qué baches, se va haciendo de noche y no se ve nada. Otra vez de noche, pero queremos llegar a Ayacoz por lo menos y dormir en hotel. Además, estamos hablando con los Quijotes y los ingleses y están bastante cerca. Ellos acampan a 10km de Ayacoz, nosotras buscamos hotel en la ciudad.
Y vaya hotel… el único que hay, pero parece salido de una película de terror. En este país hay partes muy modernas pero hay otras que son exactamente la imagen de la época soviética que todos tenemos. El lugar parece más bien una especie de dormitorio de albergue juvenil o de colegio mayor, con baños compartidos (pero muy limpios), pero qué importa. Para dormir unas horas nos sirve.
Viernes 8 de agosto
Ayacoz – Georgievka
Km recorridos: 200 km (con 100km de remolque)
Hoy queremos pasar la frontera como sea. Los Quijotes y los ingleses están a pocos km, con un poco de suerte los pillamos y pasamos juntos.
Miramos los niveles. Priscilla ha perdido algo de aceite, pero normal, después del tute que le pegamos ayer. Rellenamos y listo, en carretera.
Quién dijo que la carretera después de Ayacoz mejoraba? Sigue siendo igual de pésima, pero ahí vamos, con paciencia. En 6 horas deberíamos estar en la frontera, más las 3 que se tarda en cruzar, a lo mejor esta noche dormimos en Rusia.
A 40km de Ayacoz, de nuevo el famoso “bop bop bop”. “Jus, esto pega tirones y no tiene potencia. Algo va mal” “OK, para en una sombra en aquella gasolinera”.
Abrimos el capó y humareda en el motor. “Uf, qué mala pinta. Vamos a llamar a Ramón del taller de Quiles para preguntar”. A Ramón y a Agustín, por cierto, hay que hacerles un monumento por su paciencia y porque, estando a 11.000km, nos hablan como si tuvieran a Priscilla delante.
Le contamos los síntomas y empezamos a probar cosas. Hay que sacar las bujías, echar gasoil y arrancar para que escupa. “Y no tenéis 3-en-1?” “Pues la verdad es que no llevamos en el coche y estamos tiradas en mitad de la nada. De dónde sacamos 3-en-1 y cómo explicamos en ruso lo que necesitamos?”
Mientras, Ramón sigue dando instrucciones. “Justina, saca el aceite, haz esto, haz lo otro”. “Paula, arranca” “Ponedme el teléfono junto al motor que quiero escuchar” Más de ocho horas las dos, con el mono de mecánico, tiradas debajo del coche.
Por fin parece que estamos listas. Priscilla arranca, bueno, sigamos, hay que llegar a Semey aunque no crucemos la frontera. A lo largo del día nos escribimos con los Quijotes y nos cuentan que están en la cola. La frontera abre toda la noche, es cuestión de llegar y esperar. A nosotras la idea de cruzar de noche no nos hace mucha gracia, así que decidimos seguir hasta Semey, a 100km de la frontera y cruzar mañana a primera hora.
Estábamos comentando hasta dónde llegar, queda como mucho media hora de luz y… bop, bop, bop. Priscilla pega tirones y se para. No sabemos si es por los baches que hay en la carretera o si es porque sigue mal. Arrancamos y probamos otra vez. Además, estamos en mitad del campo y sin cobertura, hay que llegar a alguna ciudad o pueblo como sea.
Pues va a ser que no… Priscilla vuelve a pararse y se niega a arrancar. El motor no tiene ningún problema aparente, la bomba eléctrica debería funcionar, pero Priscilla no funciona.
Momentos de tensión. El sol ya se ha puesto y queda poco tiempo de luz. Estamos en una carretera pésima, con cobertura de móvil a ratos (justo ahora no) y no hay forma de llevar a Priscilla a ningún lado.
“Paula, vamos a tener que pedir que nos remolquen y además cuanto antes, porque pronto va a ser de noche. Voy sacando la eslinga y los grilletes” “Mira, por ahí viene un coche, voy a pararlos” Dicho y hecho, nos lanzamos como dos locas al medio de la carretera, de forma que el coche no tiene más remedio que parar. Son dos kazajos en un lada. Les pedimos que nos lleven a Georgiyevka, a 100km; y nos dicen que naranjas, pero que nos llevan a la gasolinera o café más cercano. OK, algo es algo.
Llegamos y nos proponen continuar hasta la ciudad por 100usd. Al final, por 80usd nos llevan (uno no está en situación de negociar y regatear cuando no te funciona el coche, es de noche y no hay un alma por la carretera!).
Contactamos con el equipo de Murcia, que pasaron hace un par de horas cerca de donde estábamos, y nos dicen que van a dormir en Georgiyevka. Genial, así tenemos compañía, nos vamos al mismo sitio que ellos.
Todo el camino remolcadas es surrealista. Las dos Princesas vamos en el coche de delante, con uno de los que nos han rescatado, y el otro lleva el volante de Priscilla. La carretera es terrible, aunque qué diferente se siente desde un coche más nuevo. Con Priscilla iríamos saltando como locas y matándonos en los baches y este coche pasa tranquilamente por encima. Ayyyy, Priscilla, cuántos dolores de cabeza nos das!
Nuestro rescatador va a toda velocidad. Tanto, que vamos a tardar menos siendo remolcadas con una cuerducha de nada que si fuéramos conduciendo a Priscilla! Y el tipo encima va adelantando camiones, con un par!
Nosotras entre la risa y el llanto, todavía sin ser del todo conscientes de la situación. Y ahí empezamos a plantearnos seriamente que quizás Priscilla haya muerto del todo. Bueno, paso a paso, porque dejar el coche en Kazajstán es toda una historia. Vamos a ver mañana qué ocurre y ya se verá.
Los chicos de Murcia nos invitan a una pasta con pesto que nos deja encantadas. El hotel es un espanto, sin baño ni ducha, sólo una letrina a unos metros, pero es lo único que hay y nos ha salvado de tener que acampar con el día que llevamos. Así que perfecto.
Además, la gente es muy amable y nos ayudan a conseguir nombres alguien que nos podría remolcar mañana si fuera necesario.
Antes de dormir, hacemos un último ejercicio con Priscilla. Ramón nos dijo que volviéramos a quitar las bujías y a vaciar el aceite y que le pusiéramos diesel a la primera bujía (la que da problemas). Si mañana ha pasado hacia abajo todo el diesel, mal. Si sólo la mitad, todavía se puede hacer algo.
Nos vamos a dormir cruzando los dedos pero con la incómoda sensación de que algo está muy mal con Priscilla.
Sábado 9 de agosto
Georgievka – Oskemen
Km recorridos: 115km (de remolque)
Horas conduciendo: ninguna, nos remolcan!
Nos levantamos y hacemos “la prueba del algodón”. Dijo Ramón que “si por la mañana veis que ha pasado todo el gasoil, entonces mal”. Pues bien, miramos la botella que dejamos debajo de Priscilla y está todo, todo. Esto no se puede arrancar ni se puede hacer nada.
Entre señas y dibujos le hacemos entender a la chica de recepción que necesitamos que nos remolquen hasta Semey para buscar un taller. Como suele pasar en lugares pequeños, se extiende la voz y nos aparecen unos voluntarios dispuestos a remolcarnos con su coche. “Cuánto?” “300 usd” “Pero qué dices, ni locas!” Al final, es imposible disimular que estamos en situación crítica, tiradas en un pueblo y sin poder arrancar el coche. “OK, 200 usd”.
Mientras, Jus consigue hablar con el RACE y le localizar un taller a 115km de Georgiyevka, en Oskemen. No está en dirección a Semey pero ya estamos hartas de ir de mecánico en mecánico que nos hacen apaños que no duran nada. Esta vez ha vuelto a petar la bomba de gasolina (premio a las consumidoras de bombas, llevamos 3 en una semana!) pero además tenemos un problema mucho más grave de compresión en el motor que arrastra Priscilla desde hace tiempo y ha terminado de reventar. No se puede llevar a un taller demasiado artesanal, así que decidimos desviarnos y llevarla a un taller Suzuki.
Total, a estas alturas del rally estamos más fuera que dentro. Priscilla en coma profundo por no decir muerta y con tanto retraso por las averías que nunca vamos a llegar a nuestro avión de vuelta. La única opción de reenganchar con el rally y evitar pasar una semana o más intentando tramitar la salida de Kazajstán sin coche, es que le hagan algún milagro a Priscilla, y eso es más probable en Oskemen, que es la ciudad más grande de la zona y capital de la provincia.
Entre unas cosas y otras, les decimos a los que nos remolcan que a Oskemen. Él encantado, está a 50km menos y por una carretera con menos baches. Ahí vamos, de nuevo con Priscilla atada como si fuera un perrillo que nos sigue.
Ya nos estamos acostumbrando a esto y nos empieza a parecer lo más normal ver a Prisci colgando de una eslinga, pero hacer 100km así, con Priscilla sin bujías y sin poder arrancar el motor, es un poco loco.
Como ayer, nosotras en el coche de delante, con el señor que nos lleva, y otro detrás, moviendo el volante de Priscilla.
Después de mucho dar vueltas por Oskemen con el trenecito de coches y de llevarnos algún que otro sobresalto (“no, aquí ya no hay Suzuki de coches, son motos”) damos con el taller.
Nos dicen que naranjas de la china, que por qué no compramos un Vitara y nos dejamos de tonterías. Pues ya que lo dice, no crea que no nos arrepentimos de vez en cuando de no haber comprado otro coche en vez de Prisci. Pero en fin, ya estamos embarcadas en esto con Priscilla y hay que solucionar el tema.
Lo que es increíble es cómo se porta de bien la gente en este país. El señor que nos ha remolcado, nos lleva de un sitio a otro, discute con la gente del taller, les pide que nos acepten a Priscilla, habla, grita, se enfurece… Entendemos algo como que llamamos a Suzuki en Almaty y nos confirmaron que había taller en Oskemen y que ahora tienen que hacerse cargo de Priscilla.
Aparece el “boss” del taller / concesionario y nos ve al borde del llanto, intentando explicarle entre gestos, dibujos y 4 palabras que hemos aprendido en ruso nuestros problemas.
Al final dejamos ahí a Priscilla, pero es sábado, hasta el lunes no harán nada… Eso significa que hasta el martes Priscilla no está lista (si es que tiene arreglo, que no se sabe, pero esperamos que sí).
Bueno, no hay mal que por bien no venga. El señor del remolque, que se ha encariñado con nosotras, nos lleva a buscar hotel y al final nos quedamos encantadas en uno a orillas del río. La verdad es que la ciudad es muy soviética y más bien fea, pero qué importa, vamos a estar aquí tres días paradas, así que a disfrutar (ojalá nos hubiera pasado en Samarcanda, qué pena). Vamos a comer, nos pegamos un homenaje nos tomamos un copazo y nos dedicamos a escribirnos con otros equipos que están preocupados con nuestra historia. Lo bueno es que sigue habiendo varios cerca y al menos a un par de equipos españoles por detrás y además, siempre hay alguien no muy lejos que sabe exactamente dónde estamos, por si necesitáramos algo.
Mil gracias a todos los que nos mandáis sms y emails en días como estos en que de verdad dudamos de todo. Estamos justo a menos de 100km de varias fronteras, Rusia, Mongolia y China y nos cuesta imaginarnos que nuestra aventura pueda terminar aquí tan cerca de nuestro destino. Está decidido, vamos a hacer todo lo posible por llegar a Ulan Bator. Ya lo dijimos cuando empezamos el rally, aunque sea a lomos de yak, pero a Ulan Bator llegamos.
Domingo 10 de agosto
Oskemen – Oskemen
Km recorridos: 0km
Horas conduciendo: ninguna
Hoy es un día un poco extraño, sin nuestra rutina de todos los días y con muchas incógnitas sin resolver. Una especie de jornada de reflexión.
Por un lado se agradece tener algo de tiempo para poner nuestras cosas en orden. Ordenar las mochilas, leer, escribir, hablar con familia y amigos, pasear por la ciudad, incluso buscar un spa y darnos un merecido masaje.
Pero por otro, no dejamos de preguntarnos qué hacemos aquí en mitad de la nada. Los dos equipos que sabíamos que iban por detrás de nosotras ya están entrando en Rusia. Y los que iban con nosotras estarán ya esperando que abran mañana la frontera con Mongolia, que estaba cerrada el fin de semana. Debe de haber un fiestón enorme en Rusia de equipos esperando para entrar en Mongolia, y nosotras aquí todavía a días de poder pasar esa frontera.
Y eso no es lo más preocupante. Lo que de verdad nos preocupa es que estamos en una especie de lotería sobre la que no tenemos ningún control. Mañana nos dirán si Priscilla es recuperable o no y ahora mismo no hay nada que podamos hacer ni para aumentar las probabilidades de éxito ni para saber cuál será la respuesta. Simplemente toca esperar, mucho oooommmm, con lo poco pacientes que somos.
Sorprendentemente nos lo estamos tomando con filosofía. Para qué empezar a dar mil vueltas a la opción de no seguir adelante cuando todavía no ha terminado el rally para nosotras? Asumimos que seguiremos, porque además, es la opción más práctica y que menos nos va a retrasar. Si al final hay que quedarse, mañana empezaremos a mover ese capítulo y a barajar opciones.
Acostumbradas a ir corriendo a todas partes, a no poder parar ni para comer, es raro tener tanto tiempo. Un lujazo poder reflexionar, poder parar un poco para hacer balance de todo lo que hemos hecho hasta ahora.
Y ese balance, el ser conscientes de hasta dónde hemos llegado, de cuánta gente sigue nuestra historia, de lo verdaderamente comprometidas que estamos con la idea de terminar, hace que tengamos más ganas que nunca de seguir.
Está claro que, si conseguimos continuar, vamos a valorar el rally todavía más de lo que ya lo valorábamos. Todo tiene un lado positivo y no dejamos de verlo constantemente. A pesar de lo que nos ha ocurrido con Priscilla, hemos sido muy afortunadas en muchas cosas. Por tener un taller cerca cuando hemos tenido problemas, por sentir el apoyo de Luike y de Quiles, el taller de Madrid, cuando no entendíamos qué le pasaba al coche, por recibir esos mensajes de “moved el culo, tenéis que llegar como sea!” de tantos amigos, por nuestras familias preocupadas pero que siguen apoyándonos desde tan lejos y confiando en que vamos a llegar, por haber encontrado tantos desconocidos que nos han tratado como si fuéramos de su propia familia, que han hecho lo imposible para ayudarnos y que han conseguido que nuestros problemas se solucionaran (los solucionables, claro). Eso sí que es una suerte inmensa!
Todo este viaje también nos ha servido para perder muchos prejuicios. Por qué todos, cuando no sabemos nada de un lugar, nos dejamos influir por comentarios y expectativas, muchas veces negativas? No sé dónde habíamos leído todo tipo de horrores sobre los países soviéticos y veníamos esperando lo peor. Lo que nos hemos encontrado no puede estar más lejos de lo que esperábamos. Ya nos gustaría que en España la gente se esfuerce por ayudar a un desconocido una fracción de lo que nos han ayudado aquí, y de forma totalmente desinteresada. De hecho, mucha gente que nos ayuda, nos rechaza el dinero cuando intentamos pagarles. Un regalo bien, pero dinero no.
También confirmamos que no hemos encontrado a Borat ni a nadie que se le parezca. Eso sí, la película es de lo más divertida, pero nosotras esperábamos cualquier cosa de Kazajstán y Uzbekistán, y nada más lejos.
Uzbekistán se llevó el premio. Es simplemente espectacular, con esa mezcla de razas y culturas. Una pena no haber podido pasar más tiempo y, definitivamente, un sitio par volver. Eso sí, en primavera porque vaya calor hemos pasado!
Otro mito, al menos de momento, el de las fronteras. Sí que es un rollo todo el trámite burocrático y parece increíble lo que se tarda en procesar la entrada. Pero es que todo es muy manual y va muy despacio. Pero en fin, tampoco es que en otros sitios los trámites administrativos sean más rápidos… que sólo hay que recordar la odisea que es renovar el pasaporte o el carnet de conducir en España!
Veníamos pensando que nos iban a desvalijar el coche en cada frontera, que nos iban a encerrar en un cuartucho y a cachear, a quitar todo lo que llevábamos. Pues nada de eso. Sí que te hacen pasar de caseta en caseta y terminas a veces con el poli de turno en un cuartucho, pero sin miedo ni peligro, simplemente haciendo su trabajo y a veces siendo amable y preguntando mucho. Claro está, hay alguno que intenta aprovechar para sacarse un sobresueldo, pero todo se habla y negocia, con risas y sin momentos demasiado tensos.
En fin, que hasta aquí la experiencia ha sido inmejorable. A ver si mañana podemos escribir que continuamos el viaje y las Princesas seguimos dando guerra unos días más.
Lunes 11 de agosto
Oskemen – Oskemen
Km recorridos: 0km
Horas conduciendo: ninguna
Vamos al taller a las 10am para ver qué está pasando con el coche. Nos espera una agradable sorpresa, Paul, el hijo de uno de los directivos de la compañía que está de prácticas, nos recibe en un perfecto inglés. Al menos ahora podremos comunicarnos mejor.
Nos cuenta que estuvieron mirando a Priscilla y que tenemos problemas con la bomba de gasolina. Jus les cuenta que en realidad tenemos más problemas, uno de ellos grave, en el motor hay un cilindro/segmento agarrado, además de los ya conocidos de ballestas a punto de romper y ruedas pinchadas llenas de parches.
En el taller, todo es optimismo. Si no fuera porque ya antes otros nos han “garantizado” que el coche llega a Mongolia, nos lo habríamos creído al instante, aunque a estas alturas de la peli, nos cuesta un poco pensar que esta vez sí que va a funcionar. Pero hay que tener fe, así que, lo único que pedimos es que podamos de verdad llegar a pasar esa frontera con Mongolia y que luego sea lo que tenga que ser.
Estar aquí paradas nos permite, además de reflexionar, conocer a la gente y al país un poco más en profundidad. Paul, que a sus 17 años tiene una historia personal de lo más impresionante, nos cuenta que su país está en crisis, que no hay crédito, que las empresas quiebran y que la gente cada vez es más pobre. Todo esto nos resulta familiar, nosotras también lo hemos visto en España durante este último año. Lo que es distinto es que la mayoría de la gente aquí ya era muy humilde, y esta crisis puede sacar del camino del progreso a muchos que viven al día con su trabajo y lanzarlos a una espiral de pobreza y miseria.
Nos cuenta que el salario medio aquí es de unos 200 dólares al mes, que hay mucha corrupción y que, cómo no, apenas hay clase media, están los extremadamente ricos y los pobres.
También nos hace una recomendación. No conduzcáis de noche, no paréis, no subáis a nadie en el coche… Uf, a buenas horas, una vez más nos damos cuenta de la suerte que tuvimos cuando nos quedamos tiradas solas y sin cobertura. Pero acaso teníamos alguna otra alternativa? Tuvimos que parar al primer coche que pasó y tuvimos mucha suerte de que nos remolcaran y ayudaran.
Pasamos unas horas en el taller y quedamos en volver mañana a las 5pm. Van a hacer todo lo posible por conseguirnos los repuestos que necesitamos. Al menos tenemos la sensación de estar en buenas manos. Si aquí Priscilla no resucita es que estaba condenada a morir antes de pisar Mongolia.
Bastantes milagros ha vivido ya teniendo en cuenta que el primer día que entró en el taller en Madrid, un par de semanas antes de salir de rally, nos dijeron literalmente que nos compráramos otro coche, que tenía muchos problemas, algunos de muy difícil solución y que con algo así era imposible que llegáramos. En Madrid hicieron todo lo posible y consiguieron solucionar el problema de compresión, al menos temporalmente. Pero eso, junto con otros más que sólo hemos conocido posteriormente, han terminado de rematar a Priscilla.
Por enésima vez estamos esperando un milagro, se supone que mañana el coche puede estar. Nos llama Paul por la tarde, han encontrado una bomba de gasolina compatible con Priscilla en un desguace y están mirando el motor pero parece que funciona. Al final va a ser cierto que salimos de aquí?
Para celebrarlo, y ya de puro aburrimiento, nos tomamos un copazo de una especie de mezcla de gintonic que compramos en el supermercado. Qué risa, sabe a todo menos a lo que dice. Pero qué importa, ya nos da la risa floja de la situación, siempre viendo el lado positivo… Nos bajamos a cenar, muy surrealista, y terminamos escuchando (y cantando) todo el repertorio de Albano y Romina en una especie de karaoke improvisado en el restaurante.
Otra anécdota del día es que conocimos a un grupo de españoles que están en Oskemen esperando para adoptar. Hablamos con una pareja encantadora, Natacha y Francisco, y nos enseñan fotos de la que pronto será su hija. Desprenden tanta alegría, tanta emoción que se nos contagia y, por un momento, volvemos a creer en los milagros. Nos cuentan el largo proceso, los dos años de subidas y bajadas, la incertidumbre, el viaje, el no saber qué está pasando. Pero parece que ahora tendrán su recompensa. Llevan aquí tres semanas (y nosotras nos quejamos por tres días!) y ya están al final del proceso. Un par de trámites y listo, a Canarias con su hija. Mucha suerte, pareja, en vuestra vida como padres. Lo que tenemos claro es que vuestra futura hija ha sido muy afortunada con los padres que le han tocado.
También hay unas hermanas de Granada, que repiten experiencia de adopción. Vienen con Reme, una niña china de 6 años divertidísima, con sus rasgos tan asiáticos y ese fuerte acento andaluz.
Martes 12 de agosto
Oskemen – Oskemen
Km recorridos: 0km
Horas conduciendo: ninguna
Hoy repetimos lo que se está convirtiendo en nuestra nueva rutina. Paseo al “hospital” para ver cómo va todo. Nos cuentan que sólo falta encontrar unas ruedas nuevas para Priscilla y que el resto ya está hecho. Miramos y le han puesto unas super ballestas, con esto vamos a recorrer Mongolia como verdaderas Princesas.
Entramos y salimos del taller, vamos a cambiar dinero y volvemos para recoger a Priscilla. No nos podemos creer que todos nuestros problemas se vayan a poder solucionar por fin y que podamos seguir a Mongolia.
Hacemos nuestros cálculos. Si nos la dan antes de las 4pm, todavía nos quedan 4 horas de luz y podemos llegar a la frontera con Rusia y pasarla sin problema. Si son más de las 5pm entonces mejor nos levantamos temprano mañana y a las 5am estamos conduciendo. Con un poco de suerte el jueves estamos en la frontera con Mongolia para entrar el viernes. No nos queremos arriesgar a perder un día porque sabemos que esa frontera cierra el fin de semana y no queremos quedarnos dos días tiradas sin poder avanzar.
Nos llaman para que vayamos a buscar a Priscilla. En Bipek, el taller, ya nos conocen todos. Nos esperan con las llaves en la mano como quien está regalando un coche nuevo a alguien importante, hacemos vídeo del momento, fotos, nos piden hacernos fotos con el logo y la bandera de Bipek. Claro, nosotras encantadas. Ahora Priscilla también lleva pegatinas de Bipek, qué internacional, ha ido pasando por talleres en no sé cuántos países.
Decidimos dar una vuelta para ver cómo va antes de cargar el coche y continuar el camino. Conducimos por la ciudad, damos vueltas aquí y allá y, ay, que alegría, otra vez en Priscilla. Las Princesas vuelven al rally! Estamos encantadas, y además, qué bien va, con su nueva suspensión. Ahora los baches se sienten muy distintos, ya no parece que se te va a partir el coche por la mitad.
Conducimos un poco más y “Paula tengo la sensación de que da tirones, pero no sé si son los nervios o es Priscilla”. “Será que ya se nos ha olvidado cómo funciona?”. Seguimos un poco más y paramos en el hotel.
Ya tenemos todo organizado en la habitación para cargar a Priscilla y salir a primera hora. Hemos reorganizado las bolsas pensando en el frío que nos espera en Mongolia.
Abrimos el capó, no sé si por instinto o por costumbre, y notamos que el coche está muy caliente. Incluso sale algo de humo del motor. “Será normal? Puede ser el aceite que ha perdido todos los días anteriores que se está quemando” “Por si acaso, por qué no volvemos antes de que cierren en Bipek para que le den el OK final”.
Le mandamos un mensaje a Paul, diciendo que volvemos. En el camino de vuelta nos perdemos y circulamos un rato más. Priscilla no parece tener ningún problema, pero ya que estamos, vamos al taller para estar 100% seguras.
Y aquí empiezan de verdad nuestros problemas. Llegamos y abrimos el capó. Paul no está pero ya sabemos las palabras claves y nos podemos comunicar más o menos. Como suele pasar cada vez que aparecemos en un taller, viene uno, dos, tres mecánicos. A los 5 minutos ya tenemos unos 7 u 8 alrededor, todos hablando, opinando, tocando y mirando. El “mecánico jefe” nos dice que está todo OK y que podemos seguir tranquilas. Le pedimos más aceite y unas bujías de repuesto.
Mientras, Priscilla sigue con el motor arrancado, aceleran para ver qué pasa, sale mucho humo, infinitamente más de lo habitual. Empezamos a no entender, viene más gente, siguen abriendo, cerrando, tocándolo todo y, de pronto puf, se apaga el motor. Ha vuelto a fallar la bomba de gasolina.
En general, la gente aquí sonríe muy poco y es complicado leerles las caras, pero ahora son caras que indican “problemas graves”. Se quedan mirando el motor como esperando una respuesta del más allá que no termina de llegar. “Problem?” “Da, problem”. “Auto Mongolia?” “Niet Mongolia”.
Al cabo de un rato viene Alexander, un ruso encantador casado con una kazaja, que habla español porque jugó en el equipo de hockey de Puigcerdá 10 años. Nos traduce lo que más o menos ya habíamos entendido y nos cuenta que creen que hay una válvula quemada (además de pistón, cilindro y segmentos).
Noooooo! No podemos ni empezar a explicar la mezcla de sensaciones. No puede ser, tiene que ser un error. Pero algo en el fondo del corazón nos dice que esta vez es cierto, que Priscilla no va a seguir. Cómo es posible si hace media hora estábamos circulando por la ciudad y todo iba bien? Y nuestros planes? Y las mochilas llenas de cosas para Mongolia? Y toda la ilusión que teníamos?
Estamos medio aturdidas, sin poder creer que no se pueda hacer nada más. Viene más gente, pasan las horas y ahí seguimos, dándole vueltas al tema. Hablamos con Quiles, el taller en Madrid. Después de comentar con unos y otros la situación la conclusión es que hay que abrir el motor mañana y ver si tiene arreglo. Nos advierten que es prácticamente imposible pero que si nos quedamos más tranquilas se hará.
Esta noche volvemos al hotel con una extraña sensación. Tantas veces hemos estado de nuevo en el rally para luego descubrir que en realidad nunca estuvimos que ya estamos mentalmente agotadas. Hemos llegado a una especie de equilibrio, tenemos un pie aquí y otro en España y estamos casi listas para lo que tenga que ser. Mañana es el día de la verdad, la última alternativa, pero algo nos dice que estamos muy cerca del final, que esta vez no vamos a poder recorrer esos pocos kms que nos separan de Mongolia.
Ayer mismo estábamos leyendo las guías de Mongolia, calculando rutas, mirando por dónde pasar, los puntos donde se puede dejar el coche si no llegas hasta Ulan Bator. A pocos kms de la frontera se puede dejar el vehículo si no puedes continuar, y así irá a la ONG de Mongolia y será remolcado a Ulan Bator. Hoy ya no parece que quede ni siquiera esa opción pero seguimos pensando en alternativas. Y si nos remolcan hasta Rusia? Y si conseguimos algo que nos ayude a recorrer esos kms hasta entrar en Mongolia?
Miércoles 13 de agosto
Oskemen – Oskemen
Km recorridos: 0km
Horas conduciendo: ninguna
Nos despertamos con pocas ganas de ir al taller para escuchar lo que no queremos saber. Como la crueldad de hacerte ir al cole para escuchar que has cateado pero todavía esperas el milagro de “y si he aprobado?”.
Pues no, hoy no tocaba aprobar. Vamos al taller y nos dicen “tengo buenas noticias y malas noticias”. Por un momento pensamos “ay, a lo mejor tiene arreglo pero va a tardar más”. Pero qué va!
Las buenas noticias eran que a lo mejor alguien quiere comprarnos a Priscilla por 1.000usd, porque las malas son que, efectivamente, Priscilla ha muerto. Por lo visto abrieron el motor y se confirmó que tiene el primer cilindro, segmentos, válvula y no sé cuántas cosas quemadas. Por lo visto si no llegamos a llevar el coche al taller podríamos haber terminado ardiendo (o eso dicen).
Quéeeeee? No es posible, se tiene que poder hacer algo. Una cosa es “estar convencidas” de que las cosas no van a salir y otra que te lo confirmen. Sabíamos que íbamos a escuchar malas noticias pero aun así, nos resistimos a que todo termine aquí y así.
Volvemos al mecánico jefe. “Qué se puede hacer?” “Nada, el motor está quemado.” “Y otro motor?” “Podría ser pero es muy difícil, este coche es muy viejo y no hay motores así” Les pedimos que lo intenten, que miren motores suzuki compatibles y de cualquier otra marca que nos pueda servir. “Incluso si hay que vaciarlo todo por dentro para reorganizar, queremos saber qué opciones hay”. “OK, dejadnos mirar”.
Pasan las horas y allí siguen, buscando alternativas, pensando cómo conseguirnos un motor. Por lo visto hay un tipo de motor mitsubishi que también nos sirve. Estamos tan frustradas, por qué no hay forma de encontrar un motor suzuki o Lada o lo que sea que nos sirva en ningún sitio?
Nos llaman al rato. Hay un motor suzuki en Almaty, tardará un par de días en llegar. Nueva llamada, “falsa alarma”, el motor es demasiado grande. Tampoco aparecen motores mitsubishis compatibles.
Sigue pasando el tiempo y empezamos a mirar en paralelo los papeles que hacen falta para salir del país y dejar el coche. Hablamos con el cónsul de España, que está en Astana. Encantador, se interesa por nuestro caso y queda en averiguar trámites y contarnos.
Por lo visto hace falta un documento de la policía de tráfico diciendo que el coche está siniestro o inservible para continuar y, con ese papel, hay que ir a aduanas para que quiten el coche de la declaración de aduanas de PA. Vaya rollo, encima va a ser toda unan odisea poder salir de este país sin Priscilla.
Tan pocas ganas tenemos de volvernos a casa que empezamos a barajar ideas de lo más peregrinas. Hablamos con el equipo de Albacete de Guillermo y Emilio y nos cuentan que hay unos ingleses que tuvieron un accidente, compraron otro coche y pudieron entrar en Mongolia. Ayyyy, si lo llegamos a saber antes. Empezamos a preguntar en serio por opciones de comprar un coche aquí y llevarlo a Mongolia.
Nos llega información contradictoria. “No, como extranjeras no se puede” “En este país, con dinero, todo es posible”. En fin, nos hacemos una idea más o menos de la situación.
Hablamos con Alexander, el entrenador del equipo de hockey que conocimos ayer para ver su opinión. Viene con otro amigo, director del equipo, que dice que nos puede ayudar con los trámites de la policía y aduanas porque tiene amigos.
Una cena totalmente surrealista. En un rato pasamos de “y si salimos de Kazajstán con Priscilla y la dejamos en tierra de nadie, luego nos subimos a un coche que nos lleva a la frontera rusa y entramos como pasajeras. Allí compramos otro coche y seguimos?” a “buscamos a alguien que nos remolque hasta la frontera con Mongolia y allí entramos y dejamos a Priscilla”. Como de película.
Vamos barajando N alternativas pero todas tienen alguna pega. Nosotras no podemos comprar legalmente un coche aquí ni en Rusia. Sí que nos puede llevar alguien hasta Mongolia en plan chofer, pero luego si dona el coche en Ulan Bator puede tener problemas al regreso.
Después de mucho buscar alternativas, volvemos al principio del todo. Por qué estamos aquí y cuál es el propósito del rally? En realidad, si no podemos entregar un coche en condiciones en Mongolia y necesitamos que nos remolquen hasta allí, estamos haciéndolo bien? Probablemente no. El dinero que nos costaría llegar estaría mejor empleado si lo donamos directamente. Y, como experiencia personal, si no podemos llegar conduciendo, tampoco tiene sentido ir remolcadas.
En el taller nos dicen que nos pueden intentar vender el coche. Ese dinero sí que se podría mandar al orfanato, y eso cumpliría el mismo propósito que haber entregado el coche.
Nos da rabia abandonar, pero la única opción realista es encontrar un motor para poder seguir con el mismo coche y eso aquí no es cuestión de un par de días. Seguro que, con tiempo, aparecerá un motor para Priscilla y vivirá muchos más años en Kazajstán. Pero nosotras no podemos esperar un mes o dos por si apareciera. Una pena, pero hasta aquí hemos llegado, que no es poco.
Jueves 14 de agosto
Oskemen – Oskemen
Km recorridos: 0km
Horas conduciendo: ninguna
Hoy es un día muy triste para nosotras, es la despedida formal de nuestra querida Priscilla. Vamos al taller y sacamos todo lo que llevábamos en el coche. Los repuestos, tantos y tan útiles, pero justo el que necesitamos en su momento no lo teníamos.
Sacamos las tiendas, los sacos, la comida, todas las cosas que teníamos para donar en Mongolia… Nos hacemos las últimas fotos con nuestro coche. Las Princesas y su carroza, cuántos buenos momentos hemos pasado en este coche.
Nos acompañan Paul y Alexander, que ya se han convertido en íntimos. Paul se encargará de vender a Priscilla y seguiremos en contacto desde España. Esperemos que así sea.
Les damos algunas de las cosas que llevábamos y guardamos lo que era para donar para llevar a un orfanato. Así cumpliremos la otra parte de la “misión”.
Por la tarde preguntamos a las familias que están haciendo los trámites de adopción, que están justo preparándose para el momento más importante del proceso, el juicio donde se decide todo, por lo visto, y nos dan la dirección del orfanato donde están “sus niños”.
Llamamos y nos plantamos allí como los Reyes Magos en agosto. Llenas de cosas, medicinas que nos dio Sanitas, camisetas de Glamour y de Alquimia, comida, algún juego, una tetera y un termo de la tía de Jus que nos vinieron fenomenales durante el viaje, más ropa y cosas. Están encantadas, no se lo pueden creer.
Menos mal, al final parte de lo que queríamos hacer lo estamos haciendo. Nos vamos con un gran pesar por no haber podido llegar a Mongolia pero con una sonrisa por saber que, también en Kazajstán hay niños que necesitan ayuda y nosotras estamos aportando algo.
Hoy hemos comprado nuestros billetes de avión y arreglado lo necesario para poder marcharnos. Mañana volamos. Ya os contaremos qué tal se nos da la salida del país.
Alexander nos lleva a ver algunas partes de Oskemen que no conocíamos. Es una ciudad más grande de lo que parecía y tiene algunas partes que no conocíamos que nos encantan: lago, ríos, bosque, montañas… Mientras vamos comentando con Beltrán, el cónsul, de las distintas opciones para volver a España sin Priscilla.
Esta noche, como despedida, nos invita José Moreno, el director del hotel donde llevamos una semana, a cenar comida típica kazaja. Algunas de las especialidades ya las habíamos probado, como algo parecido a las empanadillas y a las samosas, rellenas de carne o de verdura, y otros platos los probamos por primera vez, como varias formas de preparar la carne de caballo. También, como despedida, nos bebemos las botellas de champagne que nos quedaban de las que nos regaló Rodrigo.
Nos acostamos inquietas, esperando que mañana no haya ninguna dificultad para salir del país sin Priscilla y no darle trabajo a Beltrán, el cónsul.
Viernes 15 de agosto
Oskemen – Almati – Frankfurt – Madrid
Km recorridos: muchísimos
Horas conduciendo: ninguna
Nos encontramos cuando nos estamos marchando con Natacha y Francisco que vienen con una inmensa sonrisa. El juicio ha salido muy bien y en un mes les darán a su hija. Nos alegramos muchísimo por ellos, y por su futura hija, que va a tener unos padres estupendos. Nos despedimos con pena, al final, se han convertido casi como en parte de nuestra familia, de nuestra rutina en Oskemen.
Nos recoge Alexander y nos lleva al aeropuerto. Repasamos la documentación para poder salir, las distintas posibilidades, qué decimos si pasa esto o aquello… Hablamos con el cónsul. “Paula, si hubiera problemas y quedaras retenida, qué haría Justina?” Vaya, una cosa es saber que puede pasar cualquier cosa y otra es una pregunta tan directa. Jus lo tiene claro, se quedaría, somos un equipo.
Por suerte, unas horas después, que nos parecen una eternidad, comprobamos que podemos salir sin ningún problema.
Atrás quedó Priscilla, un montón de aventuras y anécdotas, muchos conocidos, algunos amigos y una magnífica experiencia de rally que nos llevó hasta Oskemen.